Septiembre por fascículos

Septiembre y enero son los meses preferidos por las editoriales para lanzar decenas de colecciones por fascículos cuyas primeras entregas a precios irrisorios están a la altura de cualquier bolsillo por muy exhausto que esté tras las vacaciones o las fiestas navideñas.

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Osos, muñecas, casa de muñecas (andaluzas o clásicas), teteras en miniatura, cursos de idiomas, series de televisión, coches de policía, soldados, automóviles clásicos, taxis del mundo... y hasta el imponente acorazado Bismark que, muy probablemente, allá por el mes de noviembre, estará varado en los astilleros de cientos de habitaciones de niños cuyos padres dejaron, tiempo ha, de comprar las piezas del barquito.

Todos los septiembres (y eneros) el quiosco se llena de enormes cartones a los que se adhieren las más delirantes propuestas para coleccionar. Un mercado que, cómo no, precisa de su comunicación y su publicidad.

Algo de prensa, páginas webs donde encontrar los números atrasados ( o, en un ataque de locura, suscribirse a la colección completa que se irá recibiendo periódicamente durante un año, año y medio, en ocasiones, incluso dos) y televisión, mucha televisión. Anuncios de una calidad discutible, con abuso de los códigos y tópicos, en los que el bodegón es el rey y que se repiten dos y hasta tres veces en un mismo bloque publicitario.

Un negocio que, aunque nos parezca mentira a los que tenemos en la estantería de casa los mini-diccionarios de Planeta Agostini de francés, inglés, alemán e italiano (comprados en sucesivas campañas, ojo), la Ilíada de la editorial Gredos por 1 euro, un soldado napoleónico en plomo, las Obras Completas de Cervantes en Aguilar por 3 euros, dos curvas del Scalextric, los primeros dvd del No-Do, las Canciones de Tu Vida, Verano Azul y el primer volumen de la biblioteca emocional de Osho, genera mucho, mucho dinero, al menos, el suficiente para hacer semejande despliegue publicitario.

Para despedirnos por hoy os dejamos el anuncio del coleccionable revelación de la temporada, Rosarios del Mundo, y otros dos spots más. El primero, un clásico de la televisión española de hace unos cuantos años que nos da que pensar sobre la utilidad a largo plazo de estos productos editoriales. Sin embargo, el segundo, procedente de Perú, demuestra lo útil que pueden llegar a ser los fascículos, al menos en el caso de Susy Díaz una vedette del país que por lo que se deduce del spot no debe de ser miembro de la Academia de Bellas Artes del país andino precisamente.