Ha pasado una semana desde que se produjo el accidente de avión en Barajas, en el que murieron 154 personas, y todavía quedan víctimas por identificar. En esto trabajan frenéticamente los equipos forenses, que reconocen que se están encontrando con muchas dificultades. El mayor problema se produce cuando hay que identificar cadáveres que se encuentran muy deteriorados por las circunstancias en las que se ha producido el accidente. En ese caso, el ADN es crucial. Pero, ¿qué pasa si no existe una muestra con la que comparar el material genético de la persona fallecida? ¿Y si se trata de una persona adoptada de la que se desconocen sus familiares biológicos?
Este problema se está dando en estos momentos con tres víctimas del accidente. El ministro del Interior ya reconoció el lunes las complicaciones para identificar a un niño al no contar con un ADN de referencia. Pero además, según publica elconfidencial.com, los cuerpos de otras dos niñas adoptadas, Cristina y Ana, de 15 y 14 años, están provocando importantes dificultades. Ambas viajaban con su madre adoptiva, también fallecida.
La Brigada de Policía Científica ha advertido en varios informes de la dificultad que entrañan este tipo de casos en los que hay que identificar a las víctimas múltiples en una catástrofe. En primer lugar, están las necesidades legales de averiguar rápidamente la identidad de los fallecidos para resolver problemas de herencias y sucesiones. Pero sobre todo, hay una necesidad emotiva y muchas veces religiosa de recuperar los restos del ser querido para poder enterrarlo.
Paola, madre de un niño adoptado, discrepa en este punto. "A mí no me va a consolar recuperar los restos de mi hijo", asegura. Como ella, muchos padres adoptivos no se han planteado la necesidad de realizar una prueba de ADN que permita reconocer a sus hijos en el caso de que sean secuestrados o tengan un accidente. Reconoce que es importante, pero "la problemática de la adopción es tan extensa, que contar con una prueba de ADN de tu hijo es algo que no está entre mis prioridades".
Para ella, es mucho más importante que su hijo se adapte bien a su entorno y no tenga problemas en el colegio y lo compara con el chip subcutáneo que algunos padres biológicos ponen a sus hijos para poder localizarlos si les pasa algo. "Es una manera de prevenir que ocurra algo malo, pero yo no me planteo que le pueda pasar algo malo a mi hijo", señala. Por otro lado, Paola cree que sería muy raro que un padre no pudiera encontrar un cabello o restos de ADN de sus hijos en casa.
Del mismo modo, Ana y su marido, que están adoptando a su segunda hija, están convencidos de que todas las familias serían capaces de encontrar material genético de sus hijos "en un jersey (un cabello) o en el cepillo de dientes (saliva)". Sin embargo, en su entorno sí se ha planteado el debate. "La idea de casar nuestro ADN con el de nuestros hijos adoptivos nos parece interesante", reconocen. Sin embargo, muchas familias rechazan la prueba "porque no la ven como algo vital y porque los precios no son demasiado baratos".
Alberto González de la Vega, director técnico de laboratorio de la empresa ADF Tecnogen que, entre otras cosas, ofrece la realización de un perfil genético a hijos adoptivos, no comparte esta opinión. Según él, "todo el mundo puede acceder". "Hemos puesto un precio razonable (entre 260 y 300 euros) pensando que mucha gente lo pediría, pero no ha sido así", asegura sin entender el porqué del escaso éxito de esta prueba que además, recuerda Alberto, "sirve para toda la vida, ya que el ADN no cambia".
Sin embargo, cuando ocurren catástrofes como la que ha tenido lugar en Barajas, se crea una especie de alarma social y la gente se interesa por estos temas, relata el director técnico de ADF Tecnogen. De hecho, el laboratorio comenzó a ofrecer este servicio después del 11-M, ya que algunas personas comenzaron a llamar para informarse sobre el tema. "Es lo mismo que ocurre con los seguros de vida", explica Alberto, que ha notado un repunte después del accidente aéreo.
Para él, este tipo de pruebas son muy importantes ya que "a veces es difícil conseguir una muestra de ADN" de la que no haya ninguna duda. "Por ejemplo, una casa en la que haya varios niños y se puedan mezclar los ADN. En ese caso sería muy difícil identificar a la persona en el caso de que haya una catástrofe como la de Barajas", añade.
La prueba no tiene ningún misterio. Se extrae una muestra de la boca con un bastoncillo y se realiza un perfil genético, una especie de DNI de los genes, que es único. Después se entrega a los padres en una muestra en un soporte especial que no ocupa sitio, por lo que algunas personas lo depositan en un notario, como documento adjunto al testamento.
Las empresas como ADF Tecnogen se han puesto en contacto con las asociaciones dedicadas a la adopción para ofrecerles la prueba. "Se lo hemos planteado a varias, pero no están muy por la labor. Se interesan un poco al principio, pero nunca llegamos a nada".
Alberto recuerda que la prueba no es útil sólo en el caso de familias con hijos adoptados, sino que también puede ser de gran importancia "para la gente que no tiene familia directa, es decir, ni padres ni hijos, ya que una prueba con otro familiar sería muy complicada". En ese caso, explica, "se hace una prueba de linajes, pero esto puede llegar a complicarse bastante ya que en unas islas con pocos habitantes como son las Canarias, se encuentran muchas coincidencias de ADN entre diferentes personas".
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