Me voy pal pueblo (de compras)

La crisis económica te ha obligado a veranear en el apartamento en Benidorm de tu tía en vez de irte a tu recorrido por Vietnam que tenías pensado. ¡Qué infortunio! Bueno, pues ahora que se acerca el final del verano y como hay que sacarle algo positivo a todo, piensa en esas tiendas para turistas del paseo marítimo, la joyería de la calle Mayor del pueblo y como no, las zapaterías y tiendas de ropa. Se trata de lanzarte al comprerío más kitsch y encontrar joyas como un auténtico termómetro fabricado con conchas y una efigie de la Virgen del Carmen, toallas con las mejores posturas sexuales... o auténticas gangas con las que triunfar en la ciudad. En esas tiendas son productos habituales pero, fuera de su contexto, son codiciados accesorios por los cuales te clavan en la tienda de moda.

¡Nos vamos de compras turísticas! Apunta el top 5.

5. Shorts y rockys de toda la vida. ¿Cómo puede ser que unos pantalones con tan poca tela te los vendan a precio de pernera larga en todas partes? Excepto en esas tiendas rurales donde siempre tienen un limitado stock de moda para cada temporada, y donde rescatan cosas de años anteriores como los pantalones cortos. En las de playa es muy posible encontrar unos indecentes rockys para chico del año de la pera y de marca irreconocible con facilidad. ¡Mucho más asequibles que los de American Apparel de 22 euros e igual de modernos! Lo mismo sucede con los shorts de chica de tipo deportivo, que proliferan por estos humildes establecimientos sin marca ni perrito que les ladre por muy poco.

4. Sombrero fedora. Además de los clásicos sombreros mexicanos, en las tiendas de playa hay siempre una gran oferta para proteger nuestras cabecitas del sol. Presta atención esta temporada porque darás seguro con el fedora de rafia que lleva todo el mundo, y por un precio irrisorio. En la marca Goorin los tienen de todas las formas y colores, pero teniendo en cuenta lo poco que nos terminamos poniendo los gorritos pasado el verano, con uno de paja de 5 ó 6 euros comprado frente al paseo marítimo tenemos más que suficiente. Ojo también con las pamelas, mucho más asequibles que en ningún otro lugar.

3. Calzado clásico. El zapato oficial playero, por mucho que nos esforcemos en llevar otra cosa, son las flip flops. A todos nos encanta el ingente catálogo de Havaianas, pero la realidad es que nos terminamos comprando dos o tres chanclas baratitas y de diversos colores y punto. ¿Qué mejor sitio que la tienda de la playa, donde tienen ofertas desde dos euros y en todas las posibilidades imaginables? Aprovéchate también de esas espardeñas a precio de risa que siempre venden en la zapatería del pueblo, de las chinas de toda la vida (que allí las tienen como de estar por casa, cuando tú las puedes llevar por la calle) o incluso las bambas Victoria, que en tu ciudad no bajan de 15 euros y allí las tienen oxidadillas a precios de antes.

2. Pulseras y accesorios diversos. Ya te lo advertíamos con el advenimiento de las pulseras de la amistad: además de hacértelas en casa -pásate por la tienda de pesca y cómpra unos metros de cabo-, las más baratas estarán al lado de tu chiringuito de playa habitual. Probablemente las tengan allí desde los años 80, pero eso no es otra cosa que una señal de autenticidad. Además, en sus expositores abunda una infinidad de piezas de plata a precios más que asequibles, por no hablar del joyerío 100% plástico que siempre está de actualidad. Y allí también te puedes hacer con un capazo de los de toda la vida, que han poblado las calles de los sitios de veraneo, a un precio de broma.

1. Los relojes Casio. El clásico de los clásicos de toda tienda de localidad marítima es el auténtico reloj vintage, preferiblemente el Casio negro de plástico de toda la vida. Ahora, en 2008, suele rondar los 10-15 euros, pero por un poco más también tendrás modelos más elaborados y complejos a la par que elegantes. Por ejemplo, el mítico con calculadora que ya sólo hay en bazares recónditos, el más pop Baby G en colores pastel o fluorescentes y este otro más fino con la correa metálica. Eso sí, todos ellos con su pantalla digital que se ilumina, su eterno y dudoso water resist indeleble y su aspecto retro que siempre hace las delicias de media modernidad. Si nunca has tenido uno, estas vacaciones es tu oportunidad de hacerte con este accesorio que, así pasen veinte años, no pasa de moda.

* Ana Serrano es nuestra colaboradora de moda y belleza.