Tortura china

Esta casa, por llamarla de alguna forma, empieza a parecer una tertulia de la radio. Entre que el calor no nos deja dormir, que nos falta uno para jugar a las cartas y que los Juegos no empiezan, estamos siempre de charleta, y opinando sobre todo lo que ignoramos, que es mucho. El Vladimiro, que tiene estudios, decía anoche que los blancos tenemos mucha manía a los chinos. Eso de "los blancos" dejaba fuera a Ahmed, y medio fuera al mismo Vladimiro, que es renegrido. O sea, quedaba yo, y a mí los chinos, así en general, no me parecen ni bien ni mal. Pero es verdad que el tópico, o la vox populi, o los mitos populares, los ponen a caldo. Sólo unos ejemplos: "el malvado doctor Fu Man Chu", "la tortura china", "el peligro amarillo", "el cuento chino"…

(EFE)

El lugar donde tendrán lugar las pruebas de vela de los Juegos Olímpicos, en Qingdao.

Y, por lo que se está viendo, un puntazo chungo lo tienen. Al menos los que mandan. No lo digo por la represión en el Tíbet o por la censura, que también. Ni por lo que se encabronan cada vez que sale un pobre tipo a buscar una cámara extranjera para pedir libertad o lo que sea, cosa que, según parece, va a pasar cada día durante los Juegos.

Digo lo de la crueldad por cómo han montado las competiciones de vela en el 'campo de regatas' (aunque le llamen campo, es mar) de Qingdao. Para empezar, dicen que casi no sopla viento, y eso, para navegar a vela, va fatal. Luego hubo lo de las algas, que todo el mar estaba verde y hubo que limpiarlo a mano. Ahora dicen que, apartadas las algas, han aparecido medusas como sandías.

Más que espíritu olímpico, la federación china de vela, o quien haya organizado eso, demuestra espíritu cabrón. Ya me estoy imaginando a los pobres velistas, parados en medio del mar, con un calorazo de muerte (90% de humedad en un día bueno), haciéndose de noche sin que nadie llegue a la meta y con las medusas haciendo ñam-ñam. Joer, qué espectáculo.

El Vladimiro, el Ahmed y un servidor ya hemos apuntado la vela entre las pruebas que no podemos perdernos.