Móviles y desarrollo: no es tan sencillo

Brasil: 190 millones de habitantes, 130 millones de teléfonos móviles (ver la página de la Agencia de Telecomunicaciones). A la vista de estas cifras, lo normal sería pronosticar una pronta y considerable aceleración del desarrollo. Sin duda, pero, probablemente, no a ritmo de samba.

Paulo Felhaer (Flickr)

Una estancia de una semana en Sao Paulo y los primeros resultados de una investigación me inducen a mostrar mayor prudencia... por lo que respecta a Brasil y, sin duda, otros países (ver mi columna en Ciberpaís).

En primer lugar, una parte de la población acomodada tiene más de un teléfono, de modo que hay que reducir al menos en 20 millones el número de brasileños que tiene móvil. A esto hay que añadir que sólo el 3% son "inteligentes" y están dotados de acceso completo a la web.

Pero la limitación más seria se encuentra en la estructura de los precios: a riesgo de simplificar, pues hay enormes variaciones, los costes figuran entre los más caros de América Latina e incluso del mundo, en ciertos casos.

Resultado: el 80% de los brasileños con móvil lo utiliza con tarjetas prepago. Esto quiere decir que deben procurarse el aparato sin descuento (reservado a los abonados con contrato) y que un minuto les cuesta, en general, 1,4 reais (1 real = 40 céntimos de euro. El salario mínimo es de 450 reales al mes, es decir, 5h21’ de comunicación).

Conclusión: todo el mundo está localizable, pero pocos llaman. El sistema funciona, principalmente, en sentido único. Véase este blog sobre el uso de móviles en Brasil.

Indudablemente, el modelo permite ganar mucho dinero a los operadores sin hacer demasiados esfuerzos en infraestructura, pero François Bar, un profesor de la Universidad del Sur de California con quien hice el viaje, recuerda que sus homólogos del sureste asiático "han demostrado que se puede hacer un buen negocio vendiendo muchas líneas baratas a muchos clientes pobres".

Cabe añadir que tal esquema limita la penetración de las TIC, conocidas por su potencial perturbador en el terreno económico, pero también social y político.

En una empresa de MotoBoys (mensajeros en moto), por ejemplo, los empleados llaman a la central a cobro revertido. Ésta no responde, sino que los llama desde una línea fija por 6 céntimos de real al minuto. Resultado: los empleados vacilan a la hora de comunicarse entre ellos, pero el patrón sabe dónde se encuentra cada uno y puede comunicarse con ellos cuando quiera. La estructura jerárquica tradicional sale así reforzada.

Esta primera impresión deberá sin duda matizarse, y ése es precisamente el objeto del estudio que estamos llevando a cabo, pero me parece preocupante.

¿Qué pensáis vosotros?

[Foto del Flickr de Paulo Fehlauer ]