MADRID.- "Deprimirte y fustigarte no te va a ayudar en nada". Es la frase rotunda con la que termina la entrevista José Carlos Díez, economista jefe de Intermoney, al preguntarle sobre qué hacer si el informe del BBVA tiene razón y la recesión se nos viene encima.
El paro puede ser el mayor problema de la recesión.
Reconozcámoslo: la palabra 'recesión' acojona. Oírla y abrazar con cariño protector la libreta del banco es todo uno. Pero más allá del movimiento reflejo, ¿qué significa para una persona normal el que la economía nacional atraviese una fase de recesión? Más allá del debate de si llegará en este trimestre, el siguiente o el otro, en lo que sí coinciden los expertos es que acabaremos el año con un crecimiento negativo. A grandes rasgos, Fernando Pampillón, catedrático de Economía Aplicada de la UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia), explica que a pie de calle se va a notar en un aumento del paro, una disminución de las rentas y una subida de precios.
La recesión se define a nivel técnico como un crecimiento negativo del PIB en dos trimestres consecutivos. Hasta aquí, que no cunda el pánico, porque el informe del BBVA habla sólo de un trimestre y de un avance del PIB (Producto Interior Bruto) próximo al 0%. "La economía está estancada, pero eso no es recesión", matiza Díez. No obstante, según su prospección, aunque todavía no se pueda hablar de recesión, "la probabilidad de que se dé en el tercer trimestre del año es elevada". Y aún así, apela a la serenidad: "El nivel de actividad va a caer el 1%, pero aún sigues produciendo el 99%". Lo crítico, según él, sería una caída del 30% de la actividad, pero eso sería ya más que una recesión, sería una depresión: "El conjunto de la economía no está sufriendo una depresión", asegura Díez. "Ahora mismo, la economía sigue teniendo el mismo número de transacciones que el año anterior".
José Manuel García de la Cruz, profesor titular de Economía en la Universidad Autónoma de Madrid, también transmite un mensaje más bien optimista. "Hay que ser más objetivos y menos catastrofistas", protesta, "todas las crisis de la era económica han sido depurativas de la ineficiencia, es una especie de ley darwiniana". Dicho de otra forma, a río revuelto, ganancia de pescadores. Tal y como explica García de la Cruz, toda crisis es al mismo tiempo una oportunidad para invertir, y recuerda cómo en la crisis de los 70 salieron beneficiados los abogados laboralistas al tener que gestionar muchísimos despidos.
Pero por mucho que se esfuercen en quitarle dramatismo, cada vez es más difícil negar la presencia de una crisis y la sombra amenazante de una recesión. Pampillón lo ve incluso normal: "Las crisis son algo congénito a la economía capitalista, y este ciclo de expansión ha sido muy largo, pero algún día tenía que tocar fin".
Con buena cara y sin llorar, pues, ¿pero qué debería hacer una familia en estos días inciertos? "Una familia normal sufre una recesión si le afecta el paro", sentencia García de la Cruz. Díez está de acuerdo con él: "Si no pierdes el empleo y tu salario se puede proteger de la inflación, está claro que estás peor que en 2007, pero no mucho. Eso no es una crisis". "La prioridad", asegura Díez, "es mantener el mayor número de empleos posibles". Conclusión lógica, hacer lo posible por mantener tu trabajo: "No te mosquees con tu jefe y evita cualquier posibilidad de que en la oficina piensen que pueden prescindir de ti", aconseja el experto de Intermoney.
Los tres expertos coinciden en que si llega la recesión no sólo aumentará el riesgo de perder el trabajo, sino que además será más difícil conseguir otro. El riesgo aumenta al meterse en el círculo vicioso de menos actividad económica igual a menos producción, por tanto hace falta menos mano de obra, luego más paro, es decir, menos dinero, que lleva a menos consumo, lo que desemboca en menos actividad económica y vuelta a empezar. La dificultad para conseguir otro viene, básicamente, de que toda la gente que despidan también estará buscando un puesto nuevo.
Aparta de mí este cáliz.
De acuerdo en que quien lo va a pasar realmente mal es quien pierda su trabajo, los tres economistas recomiendan en general apretarse el cinturón y, en palabras de Pampillón, "cortar gastos innecesarios". Desde su punto de vista, las familias se van a ver agobiadas con los gastos, y en esos casos es esencial priorizar: "Hay que hacer grandes esfuerzos para no perder la casa, porque te puede llevar incluso a la exclusión social".
Pampillón recomienda también alejarse de las tarjetas de crédito, "porque eso es una bola de nieve que va engordando". "Tampoco hay que embarcarse en aventuras económicas", advierte este catedrático. García de la Cruz vaticina (y recomienda) que las familias aplazarán sus decisiones de consumo ante el riesgo al desempleo. Y aún así, advierte también en contra de la abstención absoluta: "No se debe no consumir, sino consumir con prudencia"
Díez ahonda en este aviso. Distingue entre familias endeudadas y familias que no lo están (según sus datos, el 66% de la población española tiene su casa ya completamente pagada) y alerta sobre el peligro de que las familias que no tienen ningún riesgo en esta crisis cambien su patrón de consumo: "Si quieres ser solidario con la gente, ponte a gastar, para que así no tengan que forzar despidos".
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