El FIB ultima su nueva marea "indie" con menor venta de abonos por la crisis económica

Valencia.-  El Festival Internacional de Benicàssim ultima sus preparativos para recibir, del 17 al 20 de julio próximos, una nueva marea de aficionados al mejor pop-rock y música electrónica del panorama independiente y este año no escapa de la coyuntura económica mundial, al ver frenada su venta de abonos.

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(EFE)

El Festival Internacional de Benicàssim ultima sus preparativos para recibir, del 17 al 20 de julio próximos, una nueva marea de aficionados al mejor pop-rock y música electrónica del panorama independiente y este año no escapa de la coyuntura económica mundial, al ver frenada su venta de abonos.

Según ha explicado a EFE José Luis Morán, quien junto a su hermano Miguel dirige el FIB Heineken desde 1995, este año es "complicado" para los organizadores de festivales, tanto por la "brutal" competencia que se ha generado entre ellos como por una crisis económica que les está afectando más de lo que esperaban.

"La crisis afecta a todos los sectores, pero evidentemente el del ocio es el primero que se resiente, el más perjudicado cuando las cosas no van bien", añade Morán para justificar que aún queden cientos de abonos a la venta -pese a los descuentos ofertados- cuando el año pasado se agotaron meses antes de su celebración.

A su juicio, la ralentización de la economía mundial ha comenzado ya a afectar a la "burbuja" de festivales que inundan la península -"este año hay 200 en apenas tres meses y España aún no está preparada para tantos", advierte- pero pronostica que lo peor está por venir: "Muchos no repetirán en 2009", alerta.

Morán justifica esta predicción en la "locura" en que a su juicio se han embarcado muchos de los organizadores y promotores de conciertos y festivales alternativos en España, que han subido artificialmente el caché de grupos y artistas.

Por su parte, los ayuntamientos "se han saltado las normas establecidas, rompiendo el mercado" e hipotecando "con dinero público" el futuro de una iniciativa cultural que en apenas tres años ha pasado de ser un reclamo "indie" a un negocio multinacional y, según insiste en criticar, participado por la Administración.

En este sentido, recuerda cómo desde algunos ayuntamientos se protagonizó también en los años 80 una pugna por contratar a los artistas de moda y se infló "una burbuja que luego estalló".

"Para los promotores, esto es una locura. Sufrimos muchísimo", añade a EFE Morán para lamentar que el "placer" con que plasmaron en los 90 su ideal de reunir a los grupos de pop-rock alternativo de pequeños sellos nacionales y extranjeros se haya transformado en un trabajo mucho más duro, "mirando de reojo al festival de al lado".

Esa competencia, incluso, les genera problemas para contratar a las empresas encargadas de la luz y el sonido porque la demanda supera a la oferta.

Por ello, desde el Festival Internacional de Benicàssim se han propuesto "medir bien los pasos a seguir" y "estar tranquilos" para seguir en pie cuando pase, en un plazo que estima entre dos y tres años, la actual "vorágine" de festivales y se estabilice el mercado.

El decimocuarto FIB Heineken ofrece este año, entre sus principales reclamos, a Leonard Cohen, Morrissey, My bloody Valentine, Gnarls Barkley -que para Morán ofrecerán el concierto más divertido del certamen-, New York Dolls, Sigur Rós, Siouxsie, Babyshambles, Enrique Morente, Mika, Tricky, Death Cab for Cutie, Richard Hawley, Single, La casa azul, Justice y Micah P. Hinson.

"Aparte de los grandes nombres, seguirá habiendo un gran cartel de grupos y artistas medianos", valora sobre la llamada "segunda división" de un festival al que, como los que juegan en su misma división -grandes presupuestos (10 millones de euros), afluencias (más de 40.000 personas diarias) e infraestructuras (100.000 metros cuadrados de recinto)-, ya le quedan pocos "tótem" por fichar. "Aparte, claro está, de U2 o Coldplay", apunta.

La principal novedad de este año será la celebración, el sábado 19, del primer Saturday Night Fiber, la cita simultánea en Madrid de un festival que se suma así a la moda de la diversificación geográfica con un cartel liderado por Morrissey, My bloody Valentine y Babyshambles.

Se espera reunir a unas 10.000 personas y en función de la respuesta obtenida y de la recuperación económica del país, sus organizadores se plantearán ampliar en próximas ediciones a una segunda noche.