Por RAMÓN PECO (SOITU.ES)
Actualizado 02-07-2008 17:18 CET
Cuando se crea una tecnología nunca se sabe cómo se acabará usando ni de qué forma cambiará nuestras vidas. De hecho, una de las primeras aplicaciones del teléfono fue emitir óperas y la radio se utilizaba para mantener conversaciones (al igual que hoy hacemos con los teléfonos móviles).
Google también sirve para encontrar piscinas ajenas que asaltar. El fin de fiesta perfecto. En la imagen, Pozuelo de Alarcón (Madrid).
Estos son algunos de los comportamientos humanos más extravagantes que la tecnología ha propiciado y que nos hemos encontrado últimamente:
- Contaminar fotos ajenas. Un caso bastante increíble que ha salido a la palestra estos últimos días es el del proyecto Fulgurator, que viene a ser una especie de venganza tecnológica. El artista alemán Julius Von Bismarck tiene desconcertados a los turistas que últimamente visitan Berlín. Utilizando un trasto con forma de rifle cada vez que alguien hace una foto usando el flash de una cámara, Julius dispara una especie de graffiti luminoso sobre el motivo fotografiado. Como solo aparece durante unos instantes, los fotógrafos no lo ven, pero se quedan atónitos al encontrar mensajes en sus fotos ya 'reveladas'.
- Asaltar piscinas con Google Earth. Hace poco la policía británica alertaba a algunos propietarios de piscinas sobre el riesgo de que estas sean asaltadas por adolescentes. La noticia es aún más sorprendente al descubrir la herramienta con la que estos invasores las localizan: Google Earth.
- Localizar ladrones con la webcam. En la otra cara de la moneda se encuentra el caso de un ladrón delatado por el propio objeto de su robo: un Mac portátil. El ordenador en cuestión pertenecía a la propietaria de una Apple Store que, ni corta ni perezosa, utilizó la aplicación de control remoto para encender la cámara del equipo y ver el rostro del ladrón, que resultó ser un conocido.
- Aprobar el carné de conducir a lo Misión Imposible. La picaresca tecnológica alcanza unos niveles asombrosos de creatividad. El pasado mes de abril los Mossos d'Esquadra detuvieron a cuatro personas de nacionalidad china en Tarragona. Estos usaban un sofisticado método, más propio de un metraje de Hollywood, para ayudar a algunos de sus compatriotas -a cambio de dinero- a la hora de aprobar el examen teórico del carné de conducir. Se valían de móviles y microcámaras que enviaban la imagen del examen a una furgoneta aparcada junto al lugar en el que se realizaba la prueba. En su interior este vehículo alojaba ordenadores desde los que la banda emitía señales con las respuestas correctas.
- Reunirte con desconocidos por cualquier razón. Sin embargo, más allá de estos sucesos minoritarios las tecnologías de la información están fomentando nuevos fenómenos de masas. Uno de los más insólitos es el de las 'flashmobs' (multitudes instantáneas). Consisten en convocar, por lo general de forma anónima, a una multitud cuyos miembros en principio no se conocen entre sí, en un determinado lugar y en un determinado momento para realizar toda clase de excentricidades. En Madrid la última tuvo lugar el pasado 24 de junio y fue convocada por el colectivo Madridmobs. La cosa se originó en la radio en los años 60. Sin embargo, este tipo de manifestación, investigada por el sociólogo estadounidense Howard Rheingold en su libro "Smart Mobs", ha encontrado en los teléfonos móviles, los blogs, y las redes sociales un caldo de cultivo excelente. Probablemente, el flashmob (al menos así lo llamaron) más trascendental para la historia de España fue el que tuvo lugar el 13 de marzo de 2004 en la puerta de la sede del PP en la calle Génova.
- Pasar cinco días haciendo cola para comprar algo. El consumismo de productos tecnológicos también está provocando que las colas para adquirir trastos cada vez sean más frecuentes. Las dos primeras personas que comenzaron la cola para comprar los iPhone en Estados Unidos llegaron cinco días antes de que el teléfono se vendiese. He aquí una entrevista con estos personajes. Las colas, sobre todo en Japón, para comprar toda clase de videoconsolas también son viejas conocidas de los medios de comunicación.
- Encerrarse en casa y comunicarse sólo por el móvil y la red. Todos los ejemplos citados antes tienen algo de 'vida social', pero también puede darse el caso, aunque rara vez sucede, de que la técnica la anule por completo. Es lo que se sospecha que le sucede a los hikikomoris, jóvenes japoneses que se aíslan del mundo exterior y, en la mayor parte de los casos, sólo interactúan socialmente a través de la tecnología. Eso sí, aunque muchos de ellos utilizan extremadamente la tecnología en su encierro, no puede afirmarse su uso les haya llevado al aislamiento. Manos mal que el fenómeno también está siendo tratando en clave de humor en el manga NHK ni Yōkoso!
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