Internet se ha convertido en un formidable canal de comercio. Las transacciones digitales crecen sin parar en todo el mundo, y son muchos ya los que en algún momento se han animado a comprar por internet. Sin embargo, el anonimato y el desconocimiento de la red la convierten en un canal propicio para las estafas.
En este artículo se narra la crónica de una estafa electrónica vivida en primera persona.
Según los últimos datos, ofrecidos por el observatorio red.es, del estudio de actividades realizadas en Internet, referido al año 2007, un 11% de los internautas que navegan con frecuencia usan la red para compras, con un aumento de casi cuatro puntos frente a los datos de 2004. Yo pertenezco a este segmento. Ya he adquirido varios libros, algún que otro vídeo, un ordenador, y una videocámara analógica. Todo ello a través de tiendas bastante conocidas, con la excepción de la videocámara. Esta última compra la hice a través de eBay, y quedé físicamente con el vendedor.
También he canjeado por regalos a través de internet los puntos acumulados con mi tarjeta de crédito, he comprado entradas de cine, he revelado alguna foto, he adquirido crédito para llamar a través de Skype y JAHJAH, y he pagado un par de veces mi cuenta pro en Flickr. Nunca he tenido ningún problema.
Ciertamente, he recibido en la cuenta que uso para el spam intentos de fraude en forma de phishing, pero los he descubierto al momento porque eran bastante burdos. Nunca envío ningún dato a direcciones de correo sin verificar la extensión del servicio desde el cual han sido enviados, tampoco lo hago a páginas que no me merezcan toda la confianza.
Últimamente ando buscando cámaras réflex digitales que estén a buen precio. Para ello utilizo bastante internet a la hora de comparar precios entre tiendas. Decidí investigar también qué ofrecía el mercado de artículos usados, por lo que busqué cámaras en segundamano.es. Muy pronto descubrí que algunos de los artículos correspondían a anuncios falsos, la propia web avisa de ellos.
Los bajísimos precios a los que se vendían algunas cámaras y la extraña redacción de algunos anuncios me hizo sospechar. Sin embargo, al toparme con esta oferta decidí darle cierto crédito, pues el precio me parecía asequible sin ser irrisorio, y la redacción del anuncio, pese a ser atropellada, explica una historia más o menos factible. No es que confiase mucho, pero decidí pedir más información por correo, preguntando si podría ver el equipo en Madrid (ciudad de la que en teoría procede la oferta).
Accedo a la web de la compañía en la que se propone el envío, apesta a empresa falsa. Introduzco el nombre D2D Express en Google e inmediatamente me topo con este mensaje: Cuidado con la estafa
Al poco recibo el primer correo, enviado a la insólita hora de las 5:14 de la mañana, en el que el supuesto vendedor agradece mi interés y espera noticias mías. La redacción es completamente sospechosa. Ya casi no tengo dudas de que esto es un fraude, pero decido seguir jugando. Le respondo insistiéndole en ver el equipo y recibo otro correo, dos horas después, en el que, con una redacción aún más extraña, el supuesto vendedor me explica que se acaba de mudar a Inglaterra y me facilita los datos de la transacción. Accedo a la web de la compañía en la que se propone el envío: apesta a empresa falsa. Introduzco el nombre D2D Express en Google e inmediatamente me topo con este mensaje: Cuidado con la estafa.
Lo siguiente que hago es decirle que estoy de acuerdo, que compro el aparato, y le mando unos datos personales falsos. Siete horas después me responde que el artículo ya me ha sido enviado. Me llegan también tres correos de la supuesta empresa de transporte pidiéndome los datos bancarios, en uno de ellos me explican que también segundamano.es garantiza el envío (cuando este portal sólo se limita a difundir los anuncios). A día de hoy no he recibido más correos.
En definitiva, las estafas por internet cada vez son más sutiles. En este caso eran patentes varias chapuzas como la penosa redacción, el nefasto diseño de las páginas referidas, y alguna cosa más. Sin embargo, el estafador intentaba poco a poco ganarse mi confianza, y no me solicitó ningún dato bancario hasta el quinto correo que recibí. Algo que puede hacer que más de uno pique.
¿Has sido objeto de alguna estafa vía internet? No dejes de contarla.
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