Los expedicionarios inician el camino de selva que atraviesa Panamá rumbo al Caribe

Panamá.-  Los 350 expedicionarios de la Ruta Quetzal, que este año se inició en Panamá, completaron hoy su primera jornada de selva por el camino que atraviesa el país rumbo al Caribe.

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(EFE)

El jefe de campamento de la Ruta, Jesús Luna, confirmó a Efe desde Gamboa que el grupo "pasó con diez" la marcha de más de siete horas para adentrarse por el camino transístmico que abrieron los conquistadores españoles.

El jefe de campamento de la Ruta, Jesús Luna, confirmó a Efe desde Gamboa, a orillas del Río Chagres o "de los cocodrilos", que da nombre a la expedición de este año, que el grupo "pasó con diez" la marcha de más de siete horas para adentrarse por el camino transístmico que abrieron los conquistadores españoles.

Los jóvenes "ruteros", provenientes de 56 países, todos entre 15 y 16 años, iniciaron la marcha con el alba, dotados cada uno de equipo especial, explicó Luna.

Los muchachos estrenan este año unas botas de caña alta diseñadas por la empresa patrocinadora de la expedición, con válvulas especiales para dejar salir el exceso de agua, si se anega el camino o cuando se atraviesan ríos e impermeable para cruzar charcos o caminos de barro.

"Panama Jack", la casa española que las diseñó, a petición expresa de la Ruta Quetzal, se inspiró en el estilo de vida de los aventureros de ficción, casi todos personificados con el sombrero de paja que lleva el nombre de este país, pero que es originario de Ecuador.

En cada mochila, litro y medio de agua, fruta, cereales y un bocadillo ligero para mantener la energía sin necesidad de paradas para atender largas digestiones.

"Al final del camino, en el campamento, les espera una buena cena", aseguró.

La rutera Lara Domínguez, de la ciudad española de Valladolid, reconoció a Efe que empezó el camino con "algo de miedo", pero que, a pesar del calor y la humedad, "la selva no ha sido tan dura".

Más difícil se le hace estar, ya hace una semana, sin la comida de casa. "Ya tengo ganas de los guisos de mi madre", aseguró.

Por su parte, Francisco Carlés, uno de los cuatro argentinos que hacen la Ruta, se declaró "encantado" con el paisaje del camino, "tan exhuberante y tan verde" y espera con ansias el prometido día en las playas del Caribe.

"Ha sido duro, pero divertido", señaló el joven, que forma parte del grupo de las "águilas", el grupo intermedio de los tres en los que la expedición divide a los muchachos, según su agilidad.

Luna, quien está con la Ruta desde 1989, explicó que los más "lentos", los "quetzales" van a la cabeza de la marcha, para marcar el paso de la expedición, y frenar a los más rápidos, los "jaguares".

Si no fuera así, se crearían grandes distancias en el grupo y sería más difícil de controlar el camino.

Fueron los "quetzales" los que, al abrir camino, descubrieron una mortífera serpiente "X", autóctona de las selvas tropicales, y la apartaron del camino para seguridad de los demás.

"Ninguno corrió peligro, y nuestro equipo de asistencia técnica enseguida identificó al reptil", indicó Luna, que identificó el hecho como "parte de la aventura".

Hasta ahora, el mayor problema han sido los mosquitos y las constantes lluvias, dijo, tras destacar que "todos han terminado el camino.

Todavía falta llegar a las costas del Atlántico, acampar en las ruinas de los fuertes de San Lorenzo y Portobello, desde donde salían los galeones cargados con las riquezas del Pacífico hacia España, y bajar por el Canal de Panamá hasta la capital del país, desde donde volverán a España el próximo 8 de julio.