Prohibido enseñar las bragas, estamos en Wimbledon

El atuendo de los tenistas ha sido tradicionalmente considerado un referente de estilo y clasicismo. Bueno, eso fue antes de que a John Mcenroe y André Agassi les diera por innovar con sus melenas y extraños estampados en la ropa. Lo malo es que después cundió el ejemplo y cada vez que España se planta con el "¡Vamos Rafa!" delante de la tele tiene que contemplar unos ropajes que tienen mucho de tuning y poco de tenis.

ampliar foto

Pero esta vez no ha podido ser. Ha llegado Wimbledon y con él las rígidas normas inglesas, y Nadal ha tenido que olvidar los colorines de sus camisetas. En este torneo existe desde hace más de 100 años un código que establece que los jugadores deben vestir mayoritariamente de blanco y con modelos recatados. Hasta hace poco el All England Club, instalaciones donde se juega el torneo, permitía ciertas licencias. El día que Adidas se pasó con el tamaño del logo las cosas se pusieron serias -acudieron a los tribunales- y Wimbledon se plantó: nada de falditas sueltas que permitan ver la ropa interior -debe ir tapada por unos shorts blancos- ni tops cortos que dejen la tripa al aire. Quien así acudiera podría ser enviado de vuelta a casa.

Amy Winehouse es una asidua a los polos Fred Perry y vestidos Lacoste.

La larga tradición en las exigencias indumentarias ha logrado popularizar el look Wimbledon. Todo comenzó el día que René Lacoste, ganador de dos copas en los años 20, creó sus famosos polos de piqué con el cocodrilo bordado. La marca acaba de cumplir 75 años y hace mucho tiempo que abandonó las canchas para conquistar la calle. Esta temporada, precisamente, las campañas de Lacoste rememoran aquellos años 20, en su versión deportiva.

Otro ganador de Wimbledon que aprovechó el tirón para lanzar su marca fue Fred Perry. La corona de laurel que distingue la firma inglesa fue en sus inicios sinónimo de estilo british. En los 60 los mods lucían sus polos como símbolo de elegancia. Más tarde fueron los skins quienes se los apropiaron, lo que relegó a la marca a la marginalidad. Con el nacimiento del brit pop, cuyos protagonistas los lucen a todas horas, la marca se regeneró con un enorme impulso. Otra marca que popularizó el 'look Wimbledon' fue Adidas con sus famosas 'Stan Smith', esas playeras que fueron lanzadas en los 80 y bautizadas con el nombre del jugador de tenis británico Stanley Smith, ganador del torneo en 1972.

Los polos de piqué de Lacoste y Fred Perry se suelen asociar a aspectos clasicones, pero nada más lejos. Algunos como Pete Doherty, o Amy Winehouse los usan a menudo. Además, con el auge de lo retro los más modernos del lugar se disfrazan -literalmente, aunque ellos creen que es sólo un estilismo- de tenistas. Su ídolo, Bjorn Börg. Pudimos verlo en el Sónar. Medias hasta la rodilla, pantalón corto de deporte y polo.

Juez de línea en Wimbledon.

Y no sólo del look de los jugadores se encarga el All England Club. Los jueces de línea van vestidos como si acabaran de llegar de un partido jugado en los años 30. Con la típica gorra británica, camisa de rayas con cuello blanco redondeado y pantalón de pinzas beige, más parecidos al Gran Gatsby que a cualquier personaje del mundo actual. De los uniformes clásicos de Wimbledon se encarga Polo Ralph Lauren cuyo estilo tiene bastante que ver con la imagen que se asociaba a los tenistas de hace 70 años fuera de la cancha.

Pero volviendo al torneo, visto lo visto en esta edición surgen algunas dudas. Antes de entrar en pista los uniformes de los jugadores deben pasar un control. ¿Están ciegos los miembros del All England Club? Si no, no se explica cómo dejaron colarse a Serena Williams con una gabardina en plan streaper. Otros se pasan de vueltas, como Federer, -siempre bastante elegante sobre la pista- que apareció con un cárdigan de ochos blanco con ribete y sus iniciales en dorado. Sí, es parecido a los que usaba René Lacoste, claro que el color oro le hubiera provocado un sarpullido al tenista francés. Y Sharapova no entendió bien el concepto del código de vestir. Se trata de ir recatada no con una camisa de smoking. Eso sí, lo de no enseñar las bragas lo llevó a rajatabla y se puso, por primera vez en un Grand Slam, pantalón.

Nadal también se adapta a las exigencias y se viste de blanco impoluto, aunque teniendo en cuenta que no ha ganado ninguna copa en Londres lo mismo este color le da mala suerte. En ese caso puede hacer como André Agassi, que se negó a jugar el torneo entre el 88 y el 90 porque no aceptaba la imposición de ir de blanco.