Tristeza de finalista

Alemania ha utilizado la ley del mínimo esfuerzo para convertirse en el primer finalista de la Eurocopa. En el anterior partido ante Portugal, los hombres de Löw combinaron los balones con destreza, y los jugadores de ataque mostraron su vertiente más incisiva. Sin embargo, en el partido de semifinales ante Turquía, los alemanes han hecho un fútbol muy plano, en el que han sacado máximo rentabilidad a sus pocos acercamientos a la portería contraria.

(EFE)

Rustu yerra en la salida ante Klose, que anota el segundo gol para su equipo.

En una Eurocopa con finales alocados y épicos como los que se han vivido este año en Austria y Suiza (especialmente cuando los turcos jugaban) es difícil concebir cómo un equipo tan plano como el alemán ha alcanzado la final. En este partido, cada equipo jugaba sus cartas, bien diferentes. Por un lado, los alemanes confiaban en su efectividad y en su experiencia. Por otro lado, los turcos, plagados de lesiones y sanciones, habían concebido el partido como una cuestión de fe.

Sobre el campo, en la primera parte, los alemanes se vieron sorprendidos por una intensa presión de los turcos, que dilapidaron su maltrecha condición física en los primeros 45 minutos. Este irrespetuoso arranque de los turcos se tradujo en el primer gol del partido, anotado por Ugur Boral en el minuto 22. Sin embargo, cuatro minutos después, los alemanes anotaban de forma sorpresiva por medio de Schweinsteiger, al culminar un rápido contraataque.

En la segunda mitad, los turcos se mostraron completamente desfondados, aunque los alemanes fueron incapaces de imponerse en el juego. Cuando se entraba en el último cuarto de hora, los alemanes anotaban tras un error del meta Rustu, por medio de Klose, que marcaba su segundo gol en el campeonato. Cuando parecía que todo el pescado estaba vendido, los turcos volvían a encomendarse a su espíritu épico y profanaban la meta alemana, con algo de colaboración del portero Lehman. La prórroga parecía un destino inevitable para ambos equipo, pero a los turcos les pagaron con la misma moneda que habían empleado durante buena parte del torneo: anotar un gol 'in extremis'. Lahm, en el minuto 90, culminaba una jugada por la banda izquierda. Está bien, esto es un resumen de lo que se ha visto sobre el césped de Basilea. Pero, ¿qué es lo que ha significado este partido realmente?

• Fútbol total. El 'fútbol total' no es la filosofía que empleaba sobre el césped la Holanda de Cruyff y compañía, en la que, según se dice, todos defendían y todos atacaban. Más bien, esta expresión debería estar reservada para el fútbol turco, en el que, a tenor de las lesiones y sanciones, los jugadores han tenido que desempeñar tareas ajenas a su posición natural. Por ejemplo, ninguno de los dos centrales del equipo de Terim jugaban naturalmente en ese puesto. A pesar de ello, lo turcos han plantado cara a Alemania y han creado un fútbol más agresivo que el de los teutones.
• Los anarcoturcos Turquía ha creado un estilo de juego único en esta Eurocopa, en el que la improvisación y el caos han sido sus principales baluartes. Ha mezclado juego en toque, contragolpe, pelotazos al área dirigidos a sus bajitos delanteros y grandes dosis de ataque a la desesperada. Todo ello, eso sí, ejecutado por jugadores de una calidad técnica muy elevada: sólo hay que ver el partido que se han sacado hoy de la manga Mehmet Aurelio o Sabri. El rendimiento que han obtenido de dicha mezcla ha sido espectacular. Ha sido muy interesante la incapacidad de los equipos contrarios para hacer frente a la estupefacción provocada por el descarado juego otomano.
• La Alemania más plana. El equipo alemán ha sido fiel a su filosofía de juego: un planteamiento efectivo y sobrio, sin ningún tipo de alardes ni concesiones al espectáculo. Sin embargo, dentro de este esquema, los alemanes a veces cuajan buenos partidos, como el de cuartos ante Portugal, y otras veces hacen partidos nefastos, como el de hoy ante los turcos. Si hacemos un repaso a los partidos que ha jugado Alemania durante el torneo, es muy difícil encontrar momentos elevados de fútbol. Ahí están, como ejemplos, los partidos grises ante Croacia, Austria y Turquía. Ante Polonia jugaron un partido medianamente aceptable, mientras que ante Portugal exhibieron su mejor juego.
• ¡Vaya porteros! Resulta difícil de concebir que dos equipos hayan alcanzado las semifinales de un gran torneo con dos porteros como Lehman y Rustu. Ambos podrían haber hecho más en algunos de los goles, por no decir que han sido responsables directos de varios de ellos: en el gol de Klose, Rustu estaba cogiendo uvas a tres metros de donde debía, y en el primero de Turquía Lehman ha tardado cinco segundos, mientras daba vueltas sobre sí mismo, en averiguar dónde estaba el balón. Sea quien sea el finalista, hará muy bien disparando a puerta todo lo que pueda, aunque sea desde su casa.
• Momento para la reflexión. Los equipos que han hecho mejor fútbol durante el campeonato, o que han aportado algo de alegría, ya han hecho las maletas, exceptuando a la de ya por sí excepcional pero intermitente Rusia. El primer equipo finalista no ha pasado de un fútbol resultadista, funcionalista y lejano a sus mejores posibildades (que las tiene). Si en la anterior edición ganó Grecia la Eurocopa, y Alemania tiene un 50% de posibilidades de conquistar el trofeo este año, cabe preguntarse si el fútbol alegre, osado, cuidado, detallista y arriesgado tiene opciones de obtener el premio de un campeonato. De momento, el gran favorito para llevarse el torneo es el equipo germano: son los que menos minutos de fútbol han disputado, por lo que seguramente están más descansados.