De sandías

Hace un par de días se hacían sesudos y no tan sesudos comentarios sobre la sandía. Que si la sandía esto, que si la sandía lo otro. En fin, una sandía no deja de ser sandía ni aun queriendo. Para celebrarlo, rescatamos con deleite otro texto de Mark Twain sacado de su Autobiografía. Vaya tío. Qué alegria de vivir. Qué coherencia. Qué humor. Qué todo. También él fue uno de los que guardan gran parte de su patria en la infancia. Es increíblemente gozoso imaginarlo en aquella situación de niño pobre, pero feliz con todo lo que le rodeaba. Poco esfuerzo ha de hacer el lector para comprenderlo, de lo bien descrito que está todo.

Meow! (Flickr)

"Puedo recordarlo y hacerlo tan real como siempre fue. Y tan glorioso. Puedo traer a mi memoria la pradera y su soledad y su paz y un enorme halcón colgado inmóvil en el cielo, con sus anchas alas extendidas y el azul de la bóveda celeste transparentándose por entre los flecos de las puntas de sus alas. Puedo ver los bosques con su ropaje otoñal, los robles púrpuras, los nogales bañados en oro, los arces y los zumaques luminosos en sus fuegos carmesí y puedo oír el susurro de las hojas caídas bajo nuestros pies al caminar. Puedo ver los racimos azules de las uvas silvestres colgando entre el follaje de los arbolillos jóvenes, y recuerdo su sabor y su olor. Sé el aspecto que tenían las moras del bosque y a qué sabían y lo mismo con las papayas, las avellanas y los caquis y puedo sentir el ruido sordo sobre mi cabeza de una lluvia de nueces cuando salíamos fuera, en los amaneceres helados, al pelearnos por ellas con los cerdos, cuando las ráfagas de viento las desprendían de las ramas y caían al suelo.

Conozco la mancha de la mora y lo bonita que es y conozco la mancha de la envoltura verde de la nuez y lo poco que le importa el agua y el jabón y tengo presente también la memoria rencorosa de la experiencia con ambas. Recuerdo el sabor de la savia del arce y cuándo recolectarla y cómo preparar los canalillos y los tubos para recogerla y cómo hervir el jugo y también cómo darle forma de gancho al azúcar después de que estuviera hecho y cómo cuanto más elaborado el azúcar sabía mejor que la que salía tal cual, digan lo que digan los fanáticos. Sé el aspecto que tiene una hermosa sandía cuando expone al sol su oronda redondez entre las matas de calabazas y familia; sé cómo distinguir cuándo está madura sin necesidad de "catarla"; sé lo tentadora que parece cuando se está enfriando en un cubo de agua bajo la cama, esperando; sé el aspecto que tienen cuando se presenta en la mesa del gran porche cubierto que hay entre la casa y la cocina y los niños congregándose para el sacrificio y sus bocas llenándoselas de agua; sé el ruido que hacen al cascar cuando el cuchillo llega hasta el final y puedo ver la hendidura moverse frente a la hoja mientras el cuchillo se dirige hasta otro extremo; puedo ver sus mitades separarse y mostrar la exquisita carne roja y las negras semillas y el corazón en pie, un lujo digno de los elegidos; sé el aspecto que tiene un muchacho detrás de una cata de una yarda de esa sandía y sé cómo se siente; porque yo he estado allí. Conozco el sabor de la sandía conseguida con honradez y conozco el sabor de la sandía conseguida con estratagemas y artificios. Las dos saben bien, pero el que tiene experiencia conoce cuál sabe mejor. Conozco el aspecto de las manzanas y de los melocotones y de las peras aún verdes en los árboles..."