Los helicópteros de la policía recorren los meandros del río Cauca en busca de las matas de coca que se aferran a las escarpadas montañas del noroeste de Colombia, cada vez más llenas de narcocultivos, a pesar de la incansable y peligrosa tarea de los erradicadores manuales de hoja de coca. (Imagen: Fernando Muñoz)Los hombres de la Policía Antinarcóticos hacen la detección de la mata de coca en un primer sobrevuelo de los helicópteros artillados y listos para enfrentar, según dicen, los disparos de fusil que desde tierra les hacen de manera constante las guerrillas izquierdistas para impedir que se ubiquen las zonas a ser intervenidas. Una vez corroborada esa información con el satélite se envían patrullas de hombres expertos en combate y en la detección de minas contra personas, caninos amaestrados para encontrar artefactos explosivos y detrás llegan los erradicadores manuales para cumplir su ardua tarea de arrancar la mata de raíz. La decisión de erradicar manualmente los plantíos se debe a que en buena medida las personas han protestado violentamente en esa región, porque la fumigación aérea afecta todos los cultivos y para acercar a la población a los planes complementarios que hace el Gobierno para los campesinos que sustituyan sus narcocultivos.