EE.UU. convirtió el programa para resistir abusos en inspiración para cometerlos

Washington.-  El Pentágono usó un programa de entrenamiento a miembros de las fuerzas especiales para resistir torturas en caso de ser capturados como fuente de ideas para maltratar a detenidos, según una investigación del Senado divulgada hoy.

El programa "SERE" (Supervivencia, evasión, resistencia y fuga) coloca a los soldados estadounidenses en situaciones extremas, bajo estricta supervisión, para prepararlos para lo que podrían sufrir en manos de enemigos.

Su lista de técnicas incluye mantener a la persona largo tiempo en la misma posición, desnudarla, amedrentarla con perros, privarla de luz y de sonido, trastornar su sueño, tratarla como un animal y someterla a temperaturas excesivas.

Hasta hace poco, algunos militares también experimentaron, aunque muy brevemente, las asfixias simuladas consideradas como tortura por las organizaciones de derechos humanos.

Estados Unidos terminó por usar esos métodos contra los detenidos en Guantánamo, Afganistán y la prisión iraquí de Abu Ghraib.

El SERE estaba basado en los sufrimientos de los soldados estadounidenses capturados en Vietnam y otras guerras, según dijo en la audiencia el teniente coronel Daniel Baumgartner, ex jefe de gabinete de la agencia que supervisa el programa.

Los miembros del Comité de las Fuerzas Armadas no ocultaron su repulsión de que el Pentágono adoptara unos métodos propios de las dictaduras militares suramericanas de los 70 y los 80.

"Los abogados de la administración usaron teorías legales estrambóticas para justificar técnicas duras en los interrogatorios", dijo el senador republicano Lindsey Graham.

Añadió que pasará a "la historia como el análisis legal más irresponsable y miope dado a la comunidad de inteligencia militar de la Nación".

Los abogados de la administración reinterpretaron la normativa y definieron "tortura" de forma muy restrictiva.

Por ejemplo, John Fredman, un abogado de la CIA, afirmó en una reunión en octubre de 2002 que los estatutos sobre la tortura son vagos y que "es básicamente un asunto de percepción. Si el detenido muere, lo has hecho mal", según actas del encuentro divulgadas hoy.

El Comité también reveló que el Pentágono ocultó al Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) que en Guantánamo impedía a los detenidos dormir como forma de presionarlos para que hablaran.

También en 2002, la coronel del Ejército Diane Beaver, una abogada de Guantánamo, dijo en una reunión: "Oficialmente no está pasando. No se está informando oficialmente. El CICR es un gran problema". Beaver, que compareció hoy ante el Comité, no lo negó.

La audiencia también reveló que Richard Shiffrin, un asesor del entonces secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, se puso en contacto en julio de 2002 con Baumgartner para pedirle información sobre las técnicas usadas por el SERE, según reconocieron ambos.

Este contacto parece contradecir la versión de lo sucedido adelantada por el Pentágono, que había sugerido que el origen de los nuevos métodos para los interrogatorios fue una petición de los comandantes de Guantánamo, en vista de que los detenidos se negaban a hablar.

La lista de técnicas especiales rodó por el Pentágono, pero los abogados del alto mando castrense presentaron objeciones "enérgicas" en noviembre de 2002, según se supo hoy.

El jefe legal del Ejército de Tierra dijo, por ejemplo, que esos métodos "probablemente serían considerados maltrato, de acuerdo con el derecho militar, y pueden violar el estatuto contra la tortura".

Aún así, Rumsfeld dio su visto bueno un mes después.

Con ello el Gobierno dijo al mundo "que tienen el sello de aprobación de Estados Unidos, lo que pone a nuestras tropas en mayor riesgo de sufrir abusos si son capturadas", según se quejó el demócrata Carl Levin, el presidente del Comité.

Rumsfeld revocó la autorización seis semanas después, ante la hostilidad abierta del entonces comandante del Mando Sur, James Hill, que tenía a su cargo la base naval de Guantánamo.

Sin embargo, su aprobación inicial "sobrevivió" a la rescisión, según Levin, pues esos métodos pasaron primero a Afganistán y luego a Irak, donde los ultrajes a detenidos hicieron famosa a Abu Ghraib.