El amigo Lagerfeld, lejos de jubilarse o hacer cosas más apropiadas para un hombre en sus setenta, continúa metiéndose en todos los fregaos que le salgan de su blanca cabellera. Si hace poco se ponía a ejercer de DJ virtual en un videojuego, ahora le ha dado por el muy noble arte de la jara y el sedal. ¿Cómo? Creando la primera caña de pescar 100% Chanel. Imagino que Coco debe de estar revolviéndose en su tumba… o partiéndose de risa.
Karl Lagarfeld y su nueva caña de pescar.
Sí, y es que no es una broma: Karl Lagerfeld ha creado para Chanel una caña de pescar que, por la módica cantidad de 9.170 libras (unos 11.000 euros), te permite ir a de pesca con todo el glamour que la casa francesa representa. El aparatejo incluye el mítico logo de las dos ces cruzadas, y todo viene presentado dentro de una lujosa caja de piel acolchada muy representativa de la marca. ¿Podrás coger algo más que peces con semejante anzuelo deluxe? Lo mismo te llevas a una Naty Abascal, quién sabe…
No es ni mucho menos la primera vez que la casa Chanel se mete en el mundo del deporte. Ya hemos podido ver su colección de esquí, la preferida de Victoria Beckham. También unas elegantes raquetas de tenis y hasta un balón de rugby, por no hablar de la tabla de surf. El must de lo must es una bicicleta de paseo que cuesta alrededor de 12.000 euros, la típica que no puedes atar a un árbol y esperar a que esté al día siguiente. Siempre te puedes comprar su boomerang, que vuelve a tus manos.
En estos momentos, Chanel aún se encuentra en ese estado de ingravidez en el que se puede permitir el producir todos estos objetos cotidianos en versión lujo, ya que seguimos hablando de bienes de bastante alta gama. Al fin y al cabo, se trata de deportes elitistas como el esquí, y de objetos en edición limitada que no suelen lanzar año tras año. Ahora tenemos la bromita de la pesca, algo que sólo podrán comprarse cuatro fans millonarios de tan noble práctica y para de contar. Eso sí, que se ande Karl con ojo no vaya a caer en el error del Gucci pre Tom Ford, que malvivía a base de vender todo tipo de chatarra como bolígrafos, mecheros, collares para perro y gadgets baratos que parecían más de un mercadillo que de una casa de lujo. No quedan testimonios gráficos de aquella época, pero fue muy célebre (y denostada) la pasta de dientes de Gucci que se vendió en los 90, que dio lugar a todo tipo de falsificaciones y objetos imposibles como estas dudosas hieleras con el logotipo de la G de la firma. En el momento en el que Chanel lance un objeto como este falsísimo papel higiénico de Vuitton, estará todo perdido. De momento, nos conformamos con irnos a pescar al estilo Lagerfeld.
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Este Karl está gagá. +
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