Las televisiones están en su salsa: la huelga de transportes ha situado a nuestro país al borde de la desesperación, del hambre, de la sed, de la miseria, del apocalipsis. Ya no se pueden encontrar ni gasoil ni cigalas frescas. En unos días faltarán el pan, el agua potable, los potitos, la insulina y los vinos de reserva. Tendremos que defendernos de nuestros agresivos congéneres: consigan escopetas y munición. En unas semanas, los más fuertes saquearán las casas de los más débiles y, tras reventar sus neveras, los violarán, los asesinarán y se beberán su sangre (no siempre en este orden). Volveremos a tener esclavos encadenados, y crearemos granjas de niños para ir sacrificándolos y zamparnos sus entresijos. ¿Han visto ustedes 'Mad Max', del diminuto Mel Gibson? ¿Han leído 'La carretera', del grandísimo Cormac McCarthy? Pues eso.
Retenciones en la carretera de La Coruña.
Los analistas macroeconómicos más solventes de la pequeña pantalla analizan la crisis, la huelga, y ponen las cosas en su sitio: "El derecho al trabajo tiene prelación sobre el derecho a la huelga", asegura desde su condición de líder sindicalista de la nobleza el conde Lequio. "El taxista que me ha traído a Telecinco dice que la culpa la tiene el gobierno", sentencia Belén Esteban.
Las desgracias son la salsa de la información. Venden. Incluso cuando no nos afectan directamente: un terremoto en un país asiático, unas inundaciones en una comunidad lejana, un asesinato múltiple en un pueblo cercano, son la sal y la pimienta de los telediarios ¡Imaginen cómo funciona esta crisis apocalíptica, con un camionero muerto y otro quemado, con el hambre y los saqueos a la vuelta de la esquina! Los informativos de televisión se frotan las manos. Antena 3 abre con un poco imaginativo, pero excitante "Crece la tensión". Telecinco sigue la misma onda informativa, "Aumenta la tensión", pero la engrandece con un "Huelga sin control" francamente exquisito. Las dos cadenas hacen un periodismo modélico, sobrio, nada alarmista, pero la verdad es que Telecinco borda el titular. "Poco y más caro" y "Los precios se disparan" completaron los encabezamientos de su informativo estrella de ayer.
Como hemos podido comprobar, los titulares resumen la información de una manera tan precisa que no suele ser necesario escuchar o leer el resto de la noticia. Aunque hay excepciones. Leo en elmundo.es que unos investigadores han descubierto que "los capuchinos también saben usar dinero". Inmediatamente pienso en los miembros de la Orden de Frailes Menores Capuchinos, en su vida retirada y austera, e imagino que sus superiores finalmente les han obligado a llevar la contabilidad de los ingresos del cestillo de misa. Pero no, no se trata de esos frailes menores, sino de unos macacos diminutos, concretamente los capuchinos Cebus apella, pequeños simios que, puñeteros, han aprendido a canjear fichas por alimentos. Podríamos decir que se trata de un titular simpático, puede que hasta encantador y sugestivo, pero desde luego no de un descubrimiento acojonante: desde hace años los presidentes de los equipos de fútbol manejan cifras exorbitantes, con las que se pegan comilonas brutales.
La carretera
Autor: Cormac McCarthy
Editorial: Mondadori.
El imprescindible McCarthy recoge el ocaso de la humanidad y plantea una batalla entre los supervivientes a lo que podría ser un holocausto nuclear. Un padre y un hijo atraviesan una tierra desolada en busca del mar, de una esperanza. Es la lucha eterna entre el bien el mal contada por un maestro.
Dios, un Dios apático, ciego y sordo, contempla el drama desde la distancia. Padre e hijo, los buenos, viven como animales, luchando por el agua y la comida, enfrentándose a otros supervivientes, representantes del Mal. Con mayúsculas. ¿Merece la pena seguir adelante? ¿Hemos dejado de ser bestias? ¿No sería más fácil, menos doloroso, sobrevivir como animales?
Es mucho más que el fin del mundo. Es el fin de la civilización humana. Y no se puede contar mejor que como lo hace McCarthy. Un maestro áspero, doloroso, lúgubre, colosal.
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Javier Pérez de Albéniz es El descodificador.Tiene un blog, una parienta, una niña, un perro, dos caballos, un huerto, un libro de Walt Whitman, una Gibson acústica del 78 con las cuerdas nuevas, todos los discos de Mississippi John Hurt, una foto de Kipling junto a otra de Johnny Cash, un mapa del Kala Patar (5.545 m)… Y una tele vieja que se ve como el culo.
Yo ayer fui a hacer la compra a un alcampo. No noté ningún desabastecimiento. Para mí que la prensa en general está disfrutando con la creación de un alarmismo innnecesario +
¿Propongo una huelga de hambre? +
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