"Él último tebeo de M.A. Martín se parece a una película de Woody Allen"

Esta frase me la dijo una persona nada más leer 'Playlove, donde las calles no tienen nombre', la última obra de Miguel Ángel Martín, editada por Rey Lear. El comentario me extrañó bastante pues Martín no es conocido precisamente por hacer historias románticas, o comedias de enredos por ejemplo, aunque por lo que me había comentado el propio autor, esta obra iba a sorprender, "porque era de amor".

Miguel Ángel Martín

Playlove tiene varias peculiaridades que lo diferencian de la obra anterior de Martín. Para empezar, es su primera obra larga, pensada para editarse así y leerse de forma seguida, no por entregas y que luego se puedan recopilar.

En segundo lugar, está publicado por una editorial de libros, que se estrena en la edición de cómics con esta obra, dándole un aspecto externo similar a un libro tradicional. Y por último, como ya hemos dicho, abandona, aunque no del todo, los temas por los que es más conocido como son el sexo extremo, las nuevas tecnologías, las máscaras de gas…

Todo comienza el día en que Ari pierde el trabajo. Por si esto fuera poco, su novio la deja de una manera poco elegante. Lo que es según ella el segundo peor día de su vida cambia cuando conoce a Dani, un tipo perfecto, que hace que esa noche ella disfrute como nunca. De repente la vida de Ari cambia por completo, aunque poco a poco irá descubriendo que Dani no es exactamente lo que aparenta.

Con esta trama, Martín traza un perfil de relaciones sentimentales, pero sólo como él sabe hacerlo: con frialdad, con dureza. Las cosas son así, y hay que saber lidiar con ellas, viene a decir. Es su particular visión del "slice of life" tan de moda ahora, pero claro, sin concesiones. Todo ello sin dejar de tratar de refilón otros temas que también le interesan. Es Martín en estado puro, demostrando que puede con cualquier tema, y da un puñetazo en el vientre a una sociedad y a su forma de pensar uniforme en algunos aspectos. Es tan Martín que incluso incluye referencias obvias para los seguidores de sus obras.

Sólo se me ocurre un pero; es la primera vez que atisbo cierto intento de 'moralina' en el final de la obra. ¿Será que el autor se ha desnudado demasiado, sin querer?

Por cierto, más quisiera Woody Allen rodar una película así, y tener el buen gusto como para que el tema central fuera 'Where the streets have no name' (I can’t take my eyes off you) de Pet Shop Boys.

*Ricardo Mena es nuestro experto en cómics.