Photoshop & Co

El ingenio del ser humano, ilimitado, ha conseguido que, tras siglos de duros esfuerzos intelectuales, podamos alejarnos definitivamente del resto de simios y convertirnos de una vez por todas en la especie dominante. El fuego, la rueda, el arado, la imprenta, la penicilina, la bombilla eléctrica… y ahora, por fin, la fuente de la eterna juventud.

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Cuellos de hermosas mujeres que, por prejuicios absurdos, no comen Danone Essensis, no se untan el pescuezo con Vittese Excellent y no saben usar Photoshop

Porque la fuente de la eterna juventud, queridos lectores, existe. Una vieja leyenda que, recreada por El Bosco en 'El jardín de las delicias', se ha convertido en realidad. El deseo inconfesable de aquellos que sueñan con la inmortalidad, con no perder jamás la jovialidad, es un hecho. Búrlense de Walt Disney, convertido en un simple producto congelado indigno de Pescanova. Y bloquee su surtidor de melatonina, esa hormona antioxidante que el cerebro genera de forma natural y neutraliza los efectos de la decrepitud.

La fuente de la eterna juventud está en la combinación de tres productos mágicos: un programa informático, un potingue y un yogur. Primero, la aplicación destinada a la edición y el retoque fotográfico mediante imágenes bitmap. Lo que viene siendo el Photoshop. Hasta ahora conocíamos las aplicaciones de tan fabuloso ingenio informático en el mundo de la fotografía: Photoshop ha levantado pechos y culos, ha fulminado lorzas, desintegrado arrugas y camuflado patas de gallo. Pero le quedaba una cuenta pendiente, el gran salto de calidad: entrar en el mundo de la televisión.

¿Han visto ustedes el anuncio de Ana Belén? La cantante vende una crema contra el envejecimiento cutáneo, de la marca de cosméticos 'Vittese excellent', fabricada nada más y nada menos que con perlas y caviar, como todo el mundo sabe ingredientes super activos contra el envejecimiento cutáneo. Otra Ana, la Rosa, también vende en televisión pócimas mágicas: el 'Danone Essensis', un yogur con aceite de borrajas y antioxidantes cuyas propiedades han sido "testadas científicamente".

Las dos anas aparecen en televisión resplandecientes, con las pieles del rostro tan radiantes, joviales y tensas como el bombo de Manolo. ¿Photoshop televisivo? No sólo eso. Son pellejos Danone. Han vencido a la senectud gracias a una estricta dieta de perlas, caviar y aceite de borrajas. Jamás caerán en ese infierno que es la vejez. "Ser vieja y arrebolarse / no puede tragarse", pensarán. Así las cosas, la pregunta parece obvia: ¿Es una estafa la combinación publicitaria de alimentos, cosméticos e imágenes manipuladas de famosos?

Lo pregunto desde la convicción de que se puede hacer publicidad de gran calidad estética sin necesidad de utilizar trucos tan burdos. Observen sin ir más lejos a Francisco Rivera, imagen publicitaria de la conocida marca de muebles Tuco…

Ni una pincelada de Photoshop. ¿Cuerpo Danone? No, cuerpo manteca colorá. Con la lorza y la alopecia, orgullosas de sí mismas, justo donde tienen que estar y como tienen que ser. En el anuncio se ha querido dar una imagen tan natural y poco manipulada del bueno de Paquirrín que ni siquiera se tuvo que afeitar para rodar el spot. Es posible que ni siquiera tuviera que ducharse. Se trata de la victoria de la naturalidad contra la artificiosidad, de la sencillez contra la artimaña, de la espontaneidad contra la hipocresía. Un anuncio de premio.

Afortunadamente, Paquirrín no está solo en su guerra contra el embuste estético y la falsa moral. En la cumbre de la FAO contra la crisis alimentaria que se celebra en Roma hemos podido ver a Robert Mugabe, presidente de Zimbabue. Un dictador sanguinario, un ladrón insaciable, que no necesita recurrir a la magia del Photoshop para limpiar su imagen y entrar en una reunión de países democráticos. Los Gobiernos del Reino Unido, Alemania y Australia calificaron ayer de "obscena" la presencia de Mugabe en una cumbre que trata de resolver el problema del hambre en el mundo: Mugabe es uno de los creadores del problema.

Sin embargo Berlusconi, otro ilustre usuario de productos y técnicas de reconstrucción, le recibió con los brazos abiertos. Seguro que, además de una copia pirata de Photoshop, le ofreció jugosos consejos para mejorar su imagen. Dios los cría, y el Photoshop & Co los juntan.

Un motivo para no ver la televisión

Vida Imperial en la ciudad esmeralda
Autor: Rajiv Chandrasekaran.
Editorial RBA.

Irak es historia: ha desaparecido de los informativos de televisión. Después de una invasión aún por justificar, tras años de brutal conflicto, miles de muertos inocentes y cientos de miles de desplazados, el país asiático ha quedado relegado a un segundo plano. Este libro, un trabajo periodístico de gran nivel, nos recuerda cómo era la vida en Bagdad en la posguerra, entre abril de 2003 y octubre de 2004. Chandrasekaran, periodista norteamericano del 'Washington Post', nos ofrece su visión sobre la Zona Verde de la capital iraquí, centro fortificado a orillas del Tigris que alberga a la Autoridad Provincial de la Coalición.

Para dar una visión fiable tanto de la dura realidad iraquí como del cinismo norteamericano, Chandrasekaran realizó cientos de entrevistas y tuvo acceso a documentos internos. El resumen es el caos. La improvisación. La injusticia. Una descripción despiadada del cuartel general de las fuerzas USA, con sus lujosos chalets, sus piscinas inmensas, sus barbacoas chorreantes de grasa de cerdo y sus neveras repletas de cerveza. Fuera, la desolación y la miseria.

Un trabajo espectacular que no debería faltar en la biblioteca de ningún periodista, y que mereció el premio Samuel Johnson que la BBC entrega cada año a libros de no ficción.