Si aceptas la propuesta, en esta peli de Frank Daranbot hay suspense, acción, hay miedo. Aunque según Etxea el espectador debe hacerse como niño para sentir el miedo que propone. Aún así Volpini recomienda entrar a verla.
"El sueño de la razón produce monstruos". ¿Un capricho de Goya? Sí, y mucho más. Lo comprobamos al atravesar 'La niebla de Stephen King'. No confundir ésta película con 'La Niebla' de John Carpenter. Son los problemas del título en español. En inglés el de esta nueva producción americana es 'The Mist' (más bien bruma, neblina). La de 1980, 'The Fog', literal. Película coral, porque un coro de ciudadanos vive una situación de pánico. Algo les impide salir del 'super' rural. Como los de 'El angel exterminador' pero de clase media. En ese escenario se produce el psicodrama. De nuevo Frank Darabont – el de 'Cadena Perpetua' y 'La milla verde' - lleva a la pantalla un relato de Stephen King. Denuncia a los poderes fácticos y la forma de vida actual. De ello deriva esa peligrosa alteración de los seres y de las cosas que puede convertirlos en nuestro peor enemigo. Aquí planea la sombra de Kafka y Lovecraft. Ambos se adivinan en el relato. Menos en la película que resulta burlesca. 'La Niebla' le da un repaso a nuestro mundo y nos anticipa lo que será el día después del desastre que parece avecinarse. Todos mirando al cielo, espantados tras el cristal, como si nadie hubiera roto un plato. Tampoco queda bien parada la religión en cualquiera de sus versiones fundamentalistas.
No voy a decir que 'La Niebla' sea una película mal producida. Bien hecha sí, pero innecesariamente infantil. El espectador debe hacerse como niño para sentir el miedo que propone, a base de seres energúmenos. En realidad es una película sobre la reacción humana ante el peligro. Por eso le echo en cara que con un título tan sutil pretenda asustar al personal diseñando unos inmensos trozos de plástico. Hay otros espejos de la especie humana más convincentes en el microscopio del cine: 'Cuando ruge la marabunta' aquella película que Byron Huskin estrenó el mismo año que Gordon Douglas rodó 'La humanidad en Peligro'. En cuestión de sustos más sugerente que el cine, al menos en este caso, resulta ser la literatura. Con ella nuestra mente destila sus propios monstruos. Así debería ser en el género de Terror.
Un niño juega con su hermanita en la calle. Por broma, la empuja a la calzada. Llega un coche y envía a la niña de un topetazo al tercer piso. ¿Es un milagro?: no le sucede nada. Pero antes de saberlo su hermanito se retuerce de contento. Hoy nadie se cree lo que pasa. La vida nos parece un videojuego.
Lovecraft lo que ha tenido siempre de estupendo es que el horror no lo veías. Los monstruos primordiales del abismo, criaturas del mar, producto al parecer de una intoxicación que sufrió Lovecraft de niño -pescado en malas condiciones-, te eran enunciados, pero no realmente descritos. Cuando el cine empezó a entrar en Lovecraft o en Poe: 'Valdemar', 'Usher', los terrores de la tumba, el horror pudo verse y bajó un grado: Roger Corman en Cthulhu, Vincent Price y Jack Nicholson paseando por las calles de Arkham en una sinfonía de colores chillones, aunque lo 'kitsch' no es lo menos terrorífico que puede uno imaginarse y es verdad que asusta más al verlo.
Formas del miedo, muchas.
Lo de Stepeh King es distinto. Nace para la imagen. Si aceptas la propuesta, en 'La Niebla' hay "suspense", acción, hay miedo y una progresión dramática aceptable, con el dedo de Dios ligeramente traído por los pelos. Lo que la niebla nunca debió mostrar es, a veces, de risa; otras no tanto. Y en el desenlace nos devuelven la emanación del mal. El aroma que respiraba Lovecraft. Ese insidioso olor del hecho abominable, que no tiene remedio. El tufo a pescado podrido.
Movimientos espasmódicos de cámara aparte, 'La Niebla' no es la Catedral de los Escalofríos, pero merece la pena entrar a verla.
*Federico Volpini y Dr. Etxea son nuestros críticos de cine.
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