'Sexo por alimentos': abusos a niños por cooperantes y soldados de la ONU

"Un grupo de gente decidió sacar dinero de una niña que dormía en la calle. La llevaron ante un hombre que trabaja para una ONG. Él le dio un dólar y la niña se alegró mucho de ver el dinero. Eran las dos de la madrugada. El hombre se la llevó y la violó. Por la mañana, la niña no podía andar".

HO (Reuters)

Ese es el escalofriante relato de un adolescente haitiano, uno de los cientos de testimonios recogidos por investigadores de la ONG británica Save the Children para elaborar un informe publicado hoy en el que denuncian que el abuso sexual de niños por parte de fuerzas de la paz de la ONU, cooperantes y organizaciones religiosas está bastante generalizado y alcanza niveles "significativos".

"Es una reducida minoría la que perpetra los abusos pero se registran casos continuados contra los niños más vulnerables: huérfanos, hijos de familias pobres, y hasta menores de 6 años a quienes se fuerza a mantener relaciones sexuales a cambio de dinero, alimentos o jabón", explica desde Londres Corinna Csáky, autora del documento. "Los propios niños nos han pedido que hagamos algo".

Según el estudio, dos tercios de los encuestados dijeron haber sufrido episodios de abusos verbales de índole sexual; más de la mitad se declararon víctimas de abusos físicos, y de éstos, un 23% manifestó que esos incidentes se repitieron en una decena de ocasiones. o más.

La lista de organizaciones a las que afecta la denuncia supera la veintena e incluye agencias dedicadas a proporcionar alimentos, educación y servicios sanitarios a las poblaciones en zonas de conflicto o afectadas por desastres naturales, y también a los militares encargados de velar por la seguridad de los civiles, como las tropas asociadas a las operaciones de mantenimiento de la paz de la ONU, en particular en Haití y Costa de Marfil. El sur de Sudán es la tercera zona donde se han recogido un gran número de denuncias. Como señala el documento, el problema se agudiza en escenarios de emergencia, en los campos de refugiados o cuando los niños se ven forzados a separarse de sus padres durante el caos y el pánico que acompañan a las crisis.

"No es nuestra misión ser policías. La investigación demuestra que el problema nos afecta a todos, incluso a Save the Children", dice Corinna. "Los abusadores pueden ser cooperantes extranjeros pero también locales, desde altos cargos a chóferes, la mayoría hombres pero también hay mujeres. Uno de los aspectos más preocupantes que hemos detectado es la falta de respuesta adecuada frente a las denuncias".

No es la primera vez que las tropas de paz de la ONU ven su reputación manchada por escándalos similares. En diciembre de 2004 se desveló que muchas jóvenes de la República Democrática del Congo recurrieron a intercambiar favores sexuales por alimentos con cascos azules como táctica de supervivencia. Durante la misión de 1992-93 que la organización desplegó en Camboya, el número de prostitutas del país (incluidas niñas) aumentó de 6.000 a 25.000. Y en noviembre del año pasado, la propia Naciones Unidas admitió que había enviado a más de 100 soldados originarios de Sri Lanka a casa, acusados de haber mantenido relaciones sexuales ilícitas durante su misión en Haití.

Tras la retahíla de escándalos, la organización recomendó en 2005 que se establecieran castigos para los criminales además de congelar sus salarios y crear un fondo destinado a las jóvenes que hubiesen quedado embarazadas tras estos incidentes.

"Sobre el papel, todas las organizaciones hemos estipulado medidas para combatir los atropellos, pero no siempre se llevan a la práctica", señala Corinna. "Es necesario que las organizaciones agilicen su respuesta, que los altos responsables den prioridad a combatir estos ultrajes y que se inviertan más fondos. No es suficiente con repartir alimentos cada semana. Hay que pensar también en el largo plazo y en cómo ayudar a los niños que se han quedado fuera del sistema para que no caigan víctimas de estos excesos."

Entre sus recomendaciones, el informe incita a la creación de una sistema internacional de supervisión de abusos "un órgano independiente que obligue a las agencias a cumplir unos requisitos mínimos y a que den una respuesta eficaz y rápida. Ya hay una experiencia piloto en Liberia que está produciendo excelentes resultados" afirma Corinna. "Esto ayudaría a luchar contra otro de los principales problemas: que los niños y familias afectadas no denuncian los abusos por miedo a la venganza, o a que las ONGs dejen de ayudarles o porque no existen los canales adecuados para presentar sus imputaciones. De lo contrario corremos el riesgo de que el silencio se haga crónico y con eso la condena al dolor de muchos niños en todo el mundo".