La metrópoli que crece hacia arriba

FRÁNCFORT (ALEMANIA).-  Vivir en un séptimo piso con grandes ventanas, buena vista y en una ciudad con tanto edificio por ver es todo un lujo. Hasta que, por esas cosas que tiene el destino, te toca estar en el preciso momento en que a todos les ha dado por construir y tienes que compartir esa vista privilegiada con las infaltables grúas. Pero cuando pasa el tiempo y entiendes que aquí no es que a la gente le haya dado por construir, sino que esta ciudad no para de crecer hacia arriba, te das cuenta de que estás en Frankfurt.

Carlos Rojas

Skyline de Frankfurt

Y no es por falta de edificios o especulación inmobiliaria que aquí se construye, solo que Fráncfort, de un tiempo a esta parte, se ha convertido en la ciudad europea de los rascacielos. Cosa no muy difícil de ser si se es la capital financiera del continente. Y si se sabe también que fue reconstruida tratando de emular a New York. Tanto así que no es extraño para los habitantes de esta ciudad llamarla 'Mainhattan', denominación que viene por el río Main que es el que cruza y da el nombre a esta ciudad.

Pero a pesar de todo lo que se construye, y de la variedad de gente que se ve en sus calles, Fráncfort sigue siendo una ciudad pequeña y con muy poca población si se le compara con otras grandes ciudades. Si bien su centro financiero y su bolsa son las más modernas e importantes de Europa, Frankfurt aún guarda esos rincones típicos de una Alemania que ha dado paso al vidrio y al cemento. Lugares como Sachsenhausen o las cervecerías típicas de la parte norte de Bornheim siguen guardando esas costumbres que los nuevos habitantes han olvidado pero que los turistas buscan con emoción.

Por eso, no son sólo grúas las que hacen crecer esta ciudad aunque mi ventana diga lo contrario. No sólo se crece hacia arriba, sino también hacia los lados y con gente que llega de todas partes. Frankfurt es una ciudad que crece entre lo antiguo y lo moderno. Es una pequeña mezcla entre lo oriundo y lo foráneo. Un ejemplo de convivencia e integración en tiempos en que lo diverso causa temor. No es extraño que siendo turista los alemanes te detengan en cualquier parte para preguntarte por calles o el número del metro que tienen que coger. Ni tampoco que el Kebab de los turcos sea algo tan típico como las salchichas de Frankfurt. En esta ciudad hay sitio para todos.

Se hace de noche y son casi las diez, mis ventanas se siguen debatiendo entre grúas y edificios, de tanto mirar hacia arriba me he olvidado de un pequeño detalle: después de todos estos meses de invierno ha salido un poco de sol y se ven lo árboles verdes. Sí, a Frankfurt también ha llegado la primavera.