Greenaway tunea a Da Vinci y quiere hacerlo con Velázquez

MILÁN.-  Se puede observar un cuadro mil veces, volver a detenerse en sus detalles, explorarlo con los ojos, y aún así perderse algunos matices o una distinta visión de conjunto. Es a partir de esta premisa que se basa el experimento de Peter Greenaway sobre la Última Cena de Leonardo Da Vinci, actualmente expuesto en el Palazzo Reale de Milán. Con bandas luminosas en movimiento proyectadas sobre el trabajo más ilustre del genio italiano, Greenaway obliga al público a mirar la obra con sus ojos y el cuadro parece volver a la vida. Los apóstoles se hacen tridimensionales, y sus manos se mueven frenéticamente. Ahora Greenaway piensa en hacer lo mismo con Las Meninas de Velázquez y el Guernica de Picasso.

La intervención sobre la Última Cena de Leonardo, es la segunda etapa del proyecto 'Nine Paintings' del gran artista británico. La primera realización fue sobre La Ronda de Noche de Rembrandt, en el Rijksmuseum de Ámsterdam. La intervención directa de un artista sobre una obra existente y consagrada, como la de Rembrandt, era inimaginable hasta hace poco. Sin embargo, el juego de luces de Greenaway es inocuo: las luces que utiliza son hasta menos dañinas de las normales de un museo.

Debido a la fragilidad de la Última Cena original, realizada sobre una base de yeso en la pared de la pequeña capilla de Santa Maria delle Grazie en Milán, la organización, de acuerdo con el artista, realizó una copia perfecta de la obra que fue instalada en una sala del Palacio Real para permitir a todo el mundo disfrutar del espectáculo. Sin embargo, la performance en el original se hará una sola vez, para consagrar el trabajo de Greenaway.

"Si Leonardo hubiese vivido en nuestro tiempo, temerario y experimentador incansable, sin duda utilizaría las tecnologías visuales más evolucionadas", escribe Peter Greenaway en un artículo de presentación del proyecto, "él hubiera, sin duda, promocionado las investigaciones sobre la continuidad entre lenguaje pictórico y cinematográfico".

Greenaway concibió este proyecto de diálogo entre pintura y cine, en el que el cuadro se convierte en una pantalla, para desmontar la convención que nos impone observar una pintura siempre bajo la misma luz llana y aséptica. Objeto de su intervención serán "los cuadros más representativos de la cultura occidental". Además de los cuatro ya citados, figuran Las bodas de Caná, de Veronese (en el Louvre), Un domingo en la Grande Jatte, de Seurat (en el Art Institute de Chicago), Las Ninfeas de Monet (en el Museé de l’Orangerie), One: Number 31 de Pollok (en el MOMA) y por último El Juicio Universal de Miguel Ángel (en la Capilla Sixtina). La próxima cita será en el Prado de Madrid, con Las Meninas.