Perdemos al último amigo

La política exterior no es exactamente lo mío, pero leyendo aquí y allá empiezo a tener la impresión de que España no tiene tantísimos amigos por ahí fuera. Lo cual es malo. En realidad, últimamente sólo teníamos un país amigo de verdad. Y estamos a punto de perderlo para siempre.

(EFE)

A la diplomacia española le quedan pocos amigos.

Veamos. Para empezar, Estados Unidos: Bush no quiere ni ver a Zapatero (cosa que, la verdad, tiene su lado agradable), y para normalizar relaciones habrá que esperar a que llegue un nuevo presidente a Washington, y que no nos cabreemos con él ya desde el primer día.

La Unión Europea, compuesta, en principio, de aliados y amigos: si hay que fiarse de las fotos, en las reuniones de jefazos hacen todos corrillo, menos Zapatero, que lleva los deberes sin terminar y se queda solo en su mesa. Mal asunto. Zapatero, además, no organiza cenas en Bruselas con los colegas europeos, sino que se queda a cenar con otros españolitos en la delegación española. Conviene recordar que Sarkozy y Merkel apoyaron a Rajoy en las pasadas elecciones. Con Berlusconi y sus xenófobos no nos llevamos nada bien: la vicepresidenta puso a caldo a los italianos el otro día. Con los británicos, ni bien ni mal. O sea, que la cosa de la Unión Europea no va como para tirar cohetes.

Con Latinoamérica, la verdad, no me aclaro. Parece que Zapatero ya no lleva como timbre del móvil el "te quieres callar de una vez" y que ha hecho las paces con Chávez, pero no se puede estar a la vez con Chávez y con el colombiano Uribe, y España hace más mimos a Uribe. El Gobierno argentino sigue mirando mal las empresas españolas. Con México, Brasil y Chile, vamos tirando. Respecto a la Cuba de los Castro, estamos a favor, en contra y somos neutrales, hasta donde me ha parecido entender.

Con África, pues bueno. Puteamos a los saharauis (como todo el mundo, pero lo nuestro, como ex potencia colonial, tiene más delito), vendemos armas a los marroquíes, hemos aumentado la ayuda al desarrollo de la parta subsahariana (pero cuando va la vicepresidenta a Níger se mete con un polígamo, como si el vicepresidente noruego viniera a España y se metiera con un señor al que le gustan los toros) y cooperamos con las policías locales para que no se escapen los inmigrantes y se mueran de hambre en su propio país, rodeados del amor de los suyos.

O sea, en conjunto, todo regular.

Menos con Serbia. Los serbios venían siendo, últimamente, los mejores amigos de los españoles. Los soldados enviados por España como fuerza de ocupación (o como se les llame modernamente) se han portado bien, les hemos exportado la serie "Los Serrano" (el gran éxito de la temporada en Serbia) y cuando Kosovo ha declarado la independencia y ha roto con Serbia, España se ha negado a reconocerlo. Las autoridades de Belgrado y los serbios de a pie, tan aislados del mundo, estaban encantados con los españoles.

Pues toma, jódete. Ahora que Serbia organiza una Eurovisión por primera vez en la vida, no teníamos nada mejor que hacer que enviarles a Chikilicuatre y el "Chiki chiki". Así se pierden los amigos y así comienzan, a veces, las guerras.