Recetas para el próximo presidente de Estados Unidos

Ahora que la economía y la política exterior han empezado a centrar los duros cruces de acusaciones entre el candidato republicano John McCain y el demócrata Barack Obama, parece claro que, sea quien sea el futuro inquilino de la Casa Blanca, tendrá que revisar un lote de estrategias que no le han dado buenos resultados a Washington y que han conducido al país a un callejón sin salida.

(REUTERS/EFE)

Los candidatos tendrán que trabajar más allá de los discursos.

Los seguidores de McCain están intentando proyectar una imagen de Obama como hombre "blando" con el terrorismo, incapaz de defender a Estados Unidos de las amenazas externas. Por su parte, el senador por Illinois ha contraatacado a su rival republicano presentándolo como heredero de las políticas del presidente Bush en una clara alusión a que, si McCain se proclamara vencedor, el mundo asistiría a un continuismo de las agresivas tácticas desarrolladas por la actual administración conservadora.

Pero los vientos que llegan desde Estados Unidos son de cambio, más allá de quien gane las presidenciales. La administración Bush estableció paralelismos entre la Guerra Fría y la así denominada Guerra contra el Terror y aplicó fórmulas coercitivas; la democratización a la fuerza. Para muchos observadores esta visión sólo ha servido para poner de manifiesto un profundo desconocimiento de la naturaleza del poder en el escenario internacional del siglo XXI. Y que la necesidad de renovación domina Washington.

"Creíamos que éramos tan fuertes que podíamos hacer lo que nos daba la gana", señala Joseph Nye, Catedrático de Relaciones Internacionales de la Universidad de Harvard y antiguo secretario adjunto de Defensa con Bill Clinton. "El poder militar lo dominaba casi todo. Pero hoy eso ha cambiado sustancialmente. En términos militares, EEUU es la superpotencia obvia, y lo seguirá siendo durante algunas décadas. Pero en economía, el mundo es multipolar: EEUU necesita a otros como Europa o China".

Según Nye, existe además un tercer nivel, el de las relaciones transnacionales en ámbitos como el terrorismo, el cambio climático o la gripe aviar, en el que no existe polaridad y que obligan a Washington a reajustar sus estrategias.

"El nuevo presidente de EEUU tendrá que empezar marcando un nuevo tono", afirmó Nye en el marco de un seminario organizado por el Instituto Elcano en Madrid. "Entre sus principales desafíos estarán el restablecer las alianzas que se han roto a muy distintos niveles, lidiar con el cambio climático y la seguridad energética y dar mayor prioridad al desarrollo económico global".

En economía, también crece el consenso en torno a la idea de que el próximo presidente tendrá que invertir la dirección de las políticas adoptadas por el equipo de Bush. Según Adam Posen, Subdirector del Instituto Peterson de Economía Internacional de Washington, la nueva administración habrá de incrementar el gasto en energía y cambio climático, "un área en la que la figura del presidente es casi irrelevante ya que el Congreso la respalda con fuerza"; enfrentar los costes de un importante aumento en la demanda de los servicios nacionales de salud, "para extenderlos a 45 millones de estadounidenses que no tienen cobertura sanitaria"; y revitalizar a las Fuerzas Armadas, "una institución que ha sufrido el abaratamiento impuesto por la administración actual" y que ha llevado a que "cada vez sea más necesario ofrecer nuevos beneficios para tentar a los jóvenes a realizar el servicio militar".

Posen opina que, bajo el siguiente presidente, Estados Unidos tendrá que lidiar con un claro límite a su crecimiento económico pero relativiza las predicciones más negativas que auguran que lo peor está aún por llegar y que el país se sumergirá en una recesión. "Crisis, ¿qué crisis? Es cierto que el crecimiento se ha ralentizado en los últimos años: menor número de mujeres ingresan en el mercado de trabajo, los inmigrantes están volviendo y ha caído la productividad. Pero creo que esta coyuntura es temporal. Nuestras exportaciones crecen, la economía está diversificada y aguantará el tirón de las dificultades creadas por las hipotecas de alto riesgo, que harán perder mucho dinero a algunos bancos, pero eso no es el fin del mundo".