Soñé un acuerdo para una gestión sostenible del agua

'I had a dream'. Y, como sucede normalmente con los sueños, me quedan retazos del mismo, y además en este caso una sensación muy placentera. Recuerdo que en mi sueño un grupo no excesivamente amplio, pero representativo de toda la sociedad española, se reunía para intentar establecer las líneas maestras de una gestión sostenible de los recursos hídricos del país.

Jaume Sellart (EFE)

Cabecera de la manifestación contra el minitrasvase del Ebro a Barcelona celebrada hoy en Amposta (Tarragona).

Mi primer recuerdo del sueño es que el grupo era muy variado, así había agricultores de regadío, consumidores, ecologistas... También recuerdo que todos ellos tenían una mentalidad muy abierta. Ninguno de ellos partía de apriorismos negativos. Así, sorprendentemente, nadie era en principio antitrasvase o antidesaladoras.

Estos enfoques, entre otros muchos, representaban para ellos actuaciones posibles, con sus ventajas y desventajas. Actuaciones cuyos costes financieros y ambientales, así como sus beneficios para el total de la sociedad eran racionalmente calculados. También, en los retazos de mi sueño, esta constitución de seres racionales, consideraba en todo momento al agua como un recurso natural esencial para nuestra sociedad y que a su vez presenta una gran escasez.

También consideraban que el agua es un recurso de uso múltiple. Así, su utilización en una determinada dirección crea un coste de oportunidad en otra. Por ejemplo, veían con claridad que el agua que el Ebro vierte al mar es muy beneficiosa tanto como aporte de nutrientes al Mediterráneo como para el mantenimiento del Delta, pero representa un agua que no puede utilizarse para el riego de los Monegros.

En mi sueño esa constitución de "seres racionales" aceptaba unánimemente que la planificación hídrica en España debe de hacerse a nivel estatal. Como resultado de sus debates, discusiones y cálculos racionales, el grupo, que insisto representaba al país entero, conseguía una planificación hídrica que exigiendo sacrificios a todos los agentes sociales implicados, preservaba sin embargo los intereses económicos fundamentales, base del bienestar material de la sociedad, y además mantenía un equilibrio con el medio natural.¡Habían alcanzado una solución consensuada que permitía un uso sostenible del agua en España! Hago esfuerzos para recordar las líneas maestras del plan, y mi subconsciente me indica que en dicho plan había una equilibrada y racional mezcla de actuaciones.

Así, existían ciertos trasvases entre cuencas, por supuesto bastante alejados del plan de trasvases propuestos por el antiguo plan hidroilógico (no es una errata). Se ponían en marcha desaladoras, aunque el número, localización y capacidad de desalado coincidía muy poco con el plan aparentemente propuesto por el actual gobierno. Se transformaban importantes superficies de riego a pie por sistemas de riego por goteo, se sustituían amplias superficies de cereales de primavera por cereales de invierno...

Por cierto, parece ser que esa constitución de seres racionales, no consideró necesario incluir la norma de limitar el consumo humano de agua a 60 litros/día, como propuso recientemente una ministra de Medio Ambiente. Estos seres racionales tuvieron en cuenta que, al fin y al cabo, cuando un ciudadano consume un kilo de carne de bovino se está bebiendo 15.000 litros de agua. ¡Esto es, la cuota de 250 días! Y claro, a estos individuos sensibles no les pareció que la solución a los problemas derivados de la escasez hídrica en España, fuera en la dirección de convertirnos en vegetarianos por decreto. En definitiva, este conjunto de medidas racionales conducía a un consenso estatal que implicaba un uso sostenible del agua en el país.

El recuerdo del sueño era tan dulce y persistente, que por un momento pensé que no se trataba de un sueño, sino de la pura realidad. Ahora bien, en el transcurso de mi despertar puse la radio, no recuerdo bien si la SER y luego la COPE, o al revés, e inmediatamente me di cuenta de que 'I had a dream'.

En memoria de Martín Luther King, en el cuadragésimo aniversario de su asesinato.

*Carlos Romero es responsable del Grupo de Investigación, Economía y Sostenibilidad del Medio Natural de la Universidad Politécnica de Madrid y premio Nacional de Economía y Medio Ambiente.

(Las conclusiones y puntos de vista reflejados en este artículo son responsabilidad únicamente de su autor y no representan, comprometen, ni obligan a las instituciones a las que pertenece).