Carmen Domingo afirma que "hacía mucha falta reivindicar el personaje de Hildegart"

A Coruña.-  El asesinato de la joven Hildegart, de 18 años, el 9 de junio de 1933 a manos de su madre Aurora Rodríguez, que le pegó cuatro tiros, conmocionó en su día a la sociedad española, pese a ello, no existía ninguna biografía en la que se profundizase en los dos personajes, ahora lo hace Carmen Domingo, con "Mi querida hija Hildegart".

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(EFE)

En la imagen, la investigadora Carmen Domingo.

La obra, publicada por la editorial Destino y de la que esta semana sale la segunda edición, indaga en las causas de este crimen, del que la autora hablará en el Ateneo Republicano de A Coruña, mañana jueves 15.

"Hacía mucha falta reivindicar el personaje de Hildegart", explica Domingo a Efe, quien describe su obra como "una investigación sociohistórica de la España de ese momento", en un ensayo en el que ha escapado de "excesivas referencias bibliográficas y de tendencias academicistas" y que, según Juan Marsé, "puede ser leído como una novela".

En su repaso por esta historia, Domingo insiste en que la actuación de Aurora Rodríguez "estuvo muy condicionada por el momento que vivió", y se muestra convencida de que "sería impensable hoy día".

Uno de los aspectos que califica de mayor interés en su obra y, del que no se había hablado mucho, es el juicio por asesinato a la madre, del que consiguió información a través de los periódicos de la época que se hicieron un gran eco del caso, dada la imposibilidad de acceder al sumario, puesto que está desaparecido.

Insiste la autora en que había mucho interés en que se tratase a Aurora de loca "era una mujer de izquierdas que había matado a su hija, si estaba loca o no daba igual, pero mejor que lo estuviese. Fue un juicio político, donde cobraba fuerza el que fuese una madre de izquierdas", asevera.

Y es que Aurora, una ferrolana culta e inteligente, bebió del socialismo utópico, la ciencia, la sociología y la eugenesia, en la que se basó para hacer de su hija un personaje que cambiase el mundo, bajo los parámetros de lo que ella consideraba debía ser una sociedad modelo.

A sus 31 años, cuando tuvo a su hija, se consideraba mayor para ser ella misma la que liderara ese cambio, razón por la que eligió a su hija para hacerlo, pero todo se torció cuando Hildegart propone a su progenitora que quiere irse de casa, planteamiento que su madre no acepta y que la lleva a cometer este asesinato histórico en la II República.

"Freud decía que la línea entre el genio y la locura era muy fina", argumenta Domingo y en este caso "se rompió y la mató", un acto que llevó a Aurora a la cárcel y luego al manicomio donde de nuevo intentó dar órdenes y cambiar el mundo, con un gato como interlocutor y donde su locura se acentuó.

Hildegart es reivindicada en esta obra como un personaje de gran relevancia, que con más de 200 artículos políticos y con obras sobre sexualidad, "hubiese llegado a la altura de figuras como Victoria Kent o la Pasionaria si no hubiese muerto", asegura Carmen Domingo.