En un tribunal de Toledo se discute sobre el derecho a la intimidad de las personas. Una cuñada del príncipe, a la que, por respeto a su identidad y vida privada, llamaremos Peláez, pleitea ante un tribunal para que se prohíba publicar imágenes y cosas sobre ella en la prensa del corazón, y en la prensa en general. Yo estoy de acuerdo con Peláez. ¿Qué ha hecho ella para merecer este acoso? Y no sólo eso: soy partidario de que se respete el derecho a la imagen y a la intimidad de todas las personas.
Por supuesto, también soy favorable a que se respete el derecho a informar. Ambas cosas, creo yo, son compatibles. Basta un poco de imaginación. Por ejemplo, las fotos. Supongamos que la señora Peláez es sorprendida por un fotógrafo mientras se lo monta con un hermafrodita búlgaro (que tiene también derecho a la intimidad y al que llamaremos, por no discriminar, Peláez) a lomos de un dromedario. No hay revista del corazón que se resista a publicar esas imágenes. ¿Qué hacer? Pues poner esas barras negras sobre los ojos que se ponían antes del pixelado (una horterada) y, ya protegida la intimidad, contar tranquilamente el lío entre la señora Peláez y el hermafrodita Peláez. La intimidad está a salvo.
Por probar, ¿por qué no extender esa prudencia a todo el mundo? Dejemos del todo ese vicio de vulnerar intimidades. ¿Que un rey, cuya identidad protegeremos bajo cualquier otro apellido, digamos Peláez, se va de putas y osos? Pues basta la barrita negra y el Peláez para que nadie pueda sentirse ofendido. Ya se puede contar tranquilamente que el rey Peláez ha triunfado con tal señorita (Peláez) y con tal oso (Peláez).
El mecanismo sirve para todo. Podemos hablar de la vicepresidenta Peláez y sus problemas con el polígamo Peláez; de que el dirigente político Peláez cada vez lo tiene peor en el PP (Partido Peláez);
Sólo un detalle: los políticos y los parientes políticos de la señora Peláez, que quieren salir continuamente en las fotos y en la tele, podrían llevar puesto un antifaz. Por ahorrar trabajo a la prensa, y por dejar las cosas claras.
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Anatoli es extranjero y célibe. Está dotado de una poderosa ignorancia, lo que le convierte en un polemista temible. Le gustan el fútbol, los membrillos y los sucesos truculentos. Nunca ha escrito un blog. Parece improbable que le permitan intentarlo de nuevo.
Pues yo creo que tiene razón Peláez, la cuñada. A mí no me interesa nada la familia Peláez +
Independientemente de que Peláez pueda tener razón, no puede haber elegido peor sistema para intentar solucionar su problema. +
Soitu.es se despide 22 meses después de iniciar su andadura en la Red. Con tristeza pero con mucha gratitud a todos vosotros.
Fuimos a EEUU a probar su tren. Aquí están las conclusiones. Mal, mal...
Algunos países ven esta práctica más cerca del soborno.
A la 'excelencia general' entre los medios grandes en lengua no inglesa.
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