Un buen planteamiento, prometedor. Pero tras este principio a nuestros críticos se les atragantó la tomadura de pelo. Volpini disfrutó con las interpretaciones mientras para Etxea lo mejor son las imágenes de la ciudad de Vancouver.
Con frecuencia el que el pase de prensa sea en versión doblada es un aviso: bodrio. Parecía que 'Chantaje' escapaba a esa regla. Magníficamente planteada, sobre un guión inteligente resuelto con destreza, estupendas interpretaciones gestuales de Maria Bello, Pierce Brosnan y 'Leónidas' Butler –las voces se quedaron en la versión original-, las imágenes tienen peso y la historia sorprende en su primer punto serio de inflexión: "¿qué está pasando?, ¿pero POR QUÉ hace eso?" El vértigo te echa hacia atrás en la butaca: "¿de verdad me va a tocar HOY disfrutar en el cine?" Llega la escena de la comisaría y un malestar se insinúa entre la tercera y la cuarta intercostal. O es mala digestión, o el organismo avisa: "ten cuidado". El miedo a destripar las películas impide precisar. El Dr. Etxea menciona, condescendiente, a los que consideran vital no saber qué sucede después. Coincide en esto con Forster quien, en sus 'Aspectos de la novela', los compara con caníbales sentados junto al fuego escuchando un relato de caza o una historia de brujas: "¿Y entonces, qué pasó?" Yo soy uno de éstos, cada primera vez: la primera "calada", el primer beso, la primera cerveza. No estoy dispuesto a renunciar a ello. De hecho las reseñas, de libros, de películas, de la vida de uno, son para leer después del espectáculo.
Resumiendo: en 'Chantaje' te das cuenta de pronto de que te están tomando el pelo. Y eso duele porque, además, tal vez no fuese su intención. Dos finales: uno decepcionante y otro tramposo hasta el ridículo. La única pista que se da, en el restaurante, no justifica la mentira de que, cuando no nos ve nadie, siga el juego.
En este mundo traidor… y mentiroso…a veces, alguien te puede estar tomando el pelo. De alopecia galopante es la tomadura que esconde 'Chantaje'. Hay que padecer hora y media de angustia para que el jugador muestre sus cartas en base a una moralina anacrónica. Claro que el cine comercial más implacable tiene esta semana otro estreno, '88 Minutos', que he sufrido como una vergonzosa y descarada reivindicación de la pena capital. De la trampa mortal de esos '88 Minutos' puede que hablemos otro día. Ahora volvemos a nuestro 'Chantaje'. Por rescatar algo de este fallido 'thriller' me quedo con las imágenes visuales de la ciudad de Vancouver. Confirmo mi gusto por la estética de los rascacielos de vértigo que lucirían muy bien en caso de habernos contado de verdad una historia: el secuestro de un matrimonio feliz (entre comillas, o entre nauseas, lo de feliz) que un sádico perpetra contra la parejita de éxito, tan cretinos ambos, que no te dan ninguna pena. Como espectador te pones sin rubor de parte del malo. Y esta creo que no era la intención de la película. El chantaje emocional lo consigue gracias a los personajes de María Bello y Gerard Butler. Pierce Brosnan además de guapo y James Bond sabe ser uno de esos malos que caen bien.
Pobre niña, la hija, moneda de cambio de unos padres que encarnan los valores consumistas, competitivos. Ella sí que sufre chantaje en su vida diaria: lo tiene todo. El armario está lleno, mientras la pequeña se irá quedando vacía. Pobrecita, es tal el absurdo en el que está inmersa que ese episodio que viven sus padres será una anécdota que pasará sin dejar huella. Hace cuatro años Mike Barker, el director de 'Chantaje', se atrevió con 'El abanico de Lady Windermeer' de Oscar Wilde. En esta última -en el original se llama 'Butterfly on a wheel'- comprobamos que lo suyo da para una 'tvmovie' y poco más.
*Federico Volpini y Dr. Etxea son nuestros críticos de cine.
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