Aunque 26 años son muchos, el Salón del Cómic de Barcelona no empezó a tomarse en serio hasta hace 4. Es cierto que se había convertido, por méritos propios, en el mejor de la península y estaba entre los mejores del mundo, pero le faltaba ese punto que debía ponerlo en boca de todos, y de paso, arrastrar al propio medio con él. Los cambios empezaron por una profunda renovación en la dirección y empleados, que empezaron a aportar nuevas ideas y también se aprovecharon del momento expansionista que estaba viviendo el cómic en España. Lo importante era creérselo y tener ambición. Creo que la culminación de todo este esfuerzo se ha podido ver este año.
Este año han sorprendido varias cosas. Por una parte, algunas editoriales, como Glenat o Panini, han decidido apuntarse al Modelo Angouleme y sólo tenían un stand promocional. Dejando las ventas de sus productos a las tiendas, que son las que deben hacerlo, claro está.
Por otra parte, se veía más presencia de editores extranjeros, y stands puramente institucionales, como el que se dedicaba a promocionar la Banda Deseñada (cómic gallego). También tienen cada vez más cabida los espacios dedicados a temas cercanos al cómic, como los videojuegos.
Aunque este año se contaba con grandes reclamos como Moebius o Manara, entre otros muchos, no ha sido uno de los mejores. La lista de otros años fue mucho más generosa en este aspecto. Se echaba en falta un ‘hot artist’ de cómics de superhéroes y otro japonés.
La lista de autores independientes y españoles eso sí, era bastante extensa.
A pesar de que desde hace unos años parece que los salones del cómic son feudo de los otakus, y campan a sus anchas disfrazados y armando escándalo (que es luego lo que sale en los periódicos), en esta edición se ha podido contemplar una compensación. Y es que el Salón del Cómic siempre ha sido un sitio donde acuden todo tipo de aficionados, es más, el domingo es el habitual día de acudir en familia.
La visión de un editor es siempre limitada y sesgada. Limitada porque en esos pocos días de locura apenas se comunica con nadie que no sea de su círculo: sus autores, sus lectores, sus clientes, sus socios, sus empleados… y sesgada porque su mirada se dirige prácticamente en exclusiva a sus productos. Por lo tanto esta no es una visión de conjunto sino desde las trincheras, concretamente desde las trincheras de Astiberri.
Moebius.
Para nosotros, este año, (como todos hasta ahora, y que siga), ha sido nuestro mejor año: seguimos creciendo en todos los aspectos, hemos tenido un par de premios importantes (gracias a 'Arrugas' de Paco Roca) y hemos recibido un buen número de nominaciones con 'Maria y Yo', 'Rg', 'Wassalon', 'Nunca me has gustado', 'El gabinete del doctror Salgari' y 'El evangelio de Judas'. Hemos tenido mucho ambiente en el salón, hemos vendido bastante y las firmas también han funcionado, hemos sacado tiempo no sólo para charlar y alternar con nuestros autores y amigos sino incluso para lanzar las redes a algunos proyectos que apuntan muy bien y que nos gustaría acabar publicando.
Y como siempre es fenomenal y agotador. El cielo y el infierno en paralelo.
El salón está en una progresión claramente ascendente. Cada vez acude más gente, las exposiciones van a más (realmente son impresionantes), el lugar es ideal por el gran espacio de que se dispone, cada vez es más diverso con stands de todo tipo… uno de los 'peros' más importantes es sin duda el lío organizado con las entrevistas, de todas las que nos interesaban no logramos ni una en condiciones.
Las ventas fueron también mejores que otros años, especialmente el jueves, el día tradicionalmente más flojo.
Como hemos adelantado, el Salón mejora en todos sus aspectos, en organización, en presencia en medios, en colaboraciones con otros sectores, en las exposiciones, en la coherencia de los premios, (aunque aquí sigue habiendo dos puntos negros, falta que se televisen y debería eliminarse la categoría de Premios Populares, que lleva a la confusión, y no tiene ninguna utilidad), en modernidad….
Sí, podríamos ponernos más quisquillosos, pues siguen cobrando por entrar básicamente a un mercado, las cifras de asistencia que dan siguen siendo increíbles (sobre todo si las compraras con las que da el Salón del Cómic de San Diego y has estado allí), pero aún así, sin lugar a dudas, es el mejor Salón del Cómic, como tal, de España, y logrando nuevas metas cada año.
Si le ha picado la curiosidad al leer este artículo, pásese por allí, también había 'gente normal' comprando tebeos.
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