"¿Nos hacemos un simpa?": los cómos del lenguaje juvenil

SAN MILLÁN DE LA COGOLLA (LA RIOJA).-  Sí, Letizia Ortiz y los vip se han ido ya y en el Monasterio de San Millán de la Cogolla vuelven a alcanzarse los mismos niveles de animación sociocultural que en tiempos del eremita Millán. Las hordas de periodistas ávidos por una imagen de la princesa se fueron hace horas y ahora quedan sólo los entendidos, a los que parece que casi nadie tiene intención de escuchar.

(M.S.D)

Alberto Gómez Font y Ana María Vigara.

Alejados de los focos y de los discursos inaugurales y pomposos sobre la riqueza y la importancia del español, asistimos a la conferencia de Ana María Vigara, una verdadera experta del lenguaje juvenil. Autora de obras como "Cultura y estilo de los 'niños bien': radiografía del lenguaje pijo" o "Comunicación y lenguaje juveniles a través de las TIC. Análisis lingüístico", la profesora de la Universidad Complutense sería capaz de pasar desapercibida en cualquier botellón español.

Y no sólo se dedica a estudiar el lenguaje juvenil, sino que se declara una entusiasta de los recursos lingüísticos de los jóvenes y defiende su expresividad frente a los agoreros que piensan que es pobre, poco original y creativo.

Reproducimos aquí parte de su análisis sobre las características de la jerga y el argot juvenil:

¿En qué se basa lingüísticamente?

La morfología es el campo donde más se lucen:

• Desarrollo de sinónimos y sustitutos léxicos. Ejemplos: descojonarse, partirse la polla, despollarse, partirse el culo, partirse el ojete, partirse la caja...
• Creación de sufijos peculiares. Ejemplos: -ATA (segurata, ordenata), -ETA/O (jepeto, novieta), -ORRO (jevorro), -ARRA (punkarra), -UKI (marchuki), -UTI (bakaluti), etc.
• Deformación intencional de las palabras. Ejemplo: gáyer (gay), ¿qué paisa? (¿qué pasa?).
• Derivación de palabras sobre una base léxica propia. Ejemplos: dar el cante, cantoso, canteo, cantazo (de cantar).

¿Y cómo es su estilo?

• Desenvoltura, carácter lúdico y registro informal. Utilizan eufemismos lúdicos como puro juego: echar un meo, echar un tordo. Son palabras que, no siendo groseras, expresan acciones que sí lo son.
• Hipertrofia de la afectividad. Los jóvenes se posicionan ante los hechos con gran intensidad expresiva.
• Tendencia a la materialización de lo abstracto. Ejemplos: partirse el ojete, darse una pedazo de hostia, etc.
• Falta de interés en la corrección normativa. no quiere decir que quieran ser incorrectos, sino que no les importa poner la frase al servicio de lo que quieren decir, aunque esté mal
• Gran productividad. El lenguaje de los jóvenes crece rápidamente y se renueva con mucha facilidad. No se da un barrido de las palabras que van desapareciendo, sino que suelen convivir con las nuevas durante un tiempo.

¿Cuándo y cómo se utiliza?

• Se trata de una jerga de edad, no de cultura ni de clase social: La juventud tiene cura, termina con la edad. Conforme va pasando el tiempo, vamos asentando una forma de vida más adulta y cambiamos nuestra forma de comunicarnos. Ya no nos planteamos "hacer un simpa". Es un lenguaje efímero, pero también con cierta permanencia.
• No se utiliza con las madres: Los jóvenes, además de manejar su jerga, saben emplear el lenguaje estándar, son capaces de cambiar de registro y buscan acomodadores lingüísticos para adaptarse a cada receptor.
• Se utiliza en situaciones de comunicación oral y está más desarrollado en las zonas urbanas que en las rurales.
• Son lenguajes en contexto, definidos por el ámbito de inquietudes de sus hablantes y utilizados como cauce de sus preocupaciones. ¿Y cuáles son? Sus rutinas lingüísticas: las despedidas, los saludos (hijo de puta, ¿qué pasa?), los tratamientos (churri, tío, tía) y todas las palabras relacionadas con el ocio (drogas, música, bebida). Pero el mundo del ligue se lleva la palma: makearse, meter pezuña, meter cuello, hacer el baile de la cobra, etc.