Alonso, en las antípodas del crecido Zapatero

El portavoz del PSOE posee todo lo que le falta al presidente. Contesta con solvencia, resulta accesible, genera confianza y se comporta con naturalidad. Entre tanta sobredosis de cotilleo y acercamientos a media luz, Alonso ha sido el hombre del día.

(EFE)

La vicepresidenta felicita al portavoz.

Como fans histéricas que matan por tocar a su estrella o arrancarle unos milímetros de tela. Así se comporta Zapatero con los periodistas en el Congreso. Cada día más endiosado, ni tan siquiera se digna a mirar a su alrededor desde ese Olimpo en el que se ha encerrado a cal y canto. Rodeado de un nutrido y compacto grupo de guardaespaldas, preguntar a Zapatero se ha convertido en una proeza en la que uno se juega su propia integridad. El día que lo consigues, te das cuenta de que la respuesta no merece la pena en absoluto. Aun así insistes con la esperanza de que quizá suene la flauta y diga algo más interesante que ni sí, ni no, ni blanco, ni negro. ¿Cuándo va a poner el Gobierno en marcha, y cómo, los microcréditos para animar a los inmigrantes a regresar a su patria?, le interroga ayer mismo soitu.es en la mismísima puerta del hemiciclo. 'Pronto', contesta y se va tan ancho. 'Ya veremos' o 'estamos trabajando en ello' son otros de sus recursos habituales para zanjar una cuestión.

Por contraposición acercarse a José Antonio Alonso siempre resulta un placer. Recibe con una sonrisa, escucha atentamente, ya sea la pregunta una bobada o un asunto de estado. Siempre fue así. Cuando era ministro de Interior o de Defensa no le importaba encarar ningún tema. Se comporta con el mismo aplomo en el estrado que en los pasillos y dedica con idéntico interés su tiempo a un columnista instalado que al último plumilla. Hoy se ha estrenado como portavoz desde el púlpito político. Su intención no era lucirse sino cerrar filas con el presidente. Ha incidido en la intención de hacer borrón y cuenta nueva para poder alcanzar acuerdos con la oposición. Soraya Sáenz de Santamaría le escuchaba atentísima. Su intervención ha sido una lección sobre lo que debe ser un portavoz. Nada de acaparar el protagonismo. Había que cimentar las palabras de Zapatero. Inmigración, renovación del Consejo Superior del Poder Judicial y del Tribunal Constitucional y por supuesto, la mano tendida al PP: 'Cualquiera que sean nuestras diferencias comenzamos esta etapa con la firme e inequívoca voluntad de compartir el futuro'.

¿Qué tal va lo de la secretaría de Estado de Defensa?, le interrogamos sobre la posibilidad de que Soledad López Fernández pudiera ocupar el ministerio que él abandona. 'Bueno -contesta él en un aparte- el propio Zapatero ha dicho que será una persona de su confianza, hombre o mujer. A mí no me ha consultado. Claro, que otro nombre interesante es la subsecretaria de Estado de Defensa -Mª Victoria San José-. Aunque, de verdad, que el presidente se lo tiene callado'. A Zapatero sólo le falta un cuaderno azul para acabar siendo clavadito a su antecesor. Estos días está saboreando el poder. Sintiendo las miradas anhelantes de algunos de sus ministros y de otros ministrables. De entre los no confirmados, Narbona es la que mejor lo lleva, y Caldera, el que peor.

Y entre los numerosos políticos que estos días están en el aire. González Pons, el hombre al que se impuso Soraya Sáenz de Santamaría como portavoz, parecía acaparar hoy el favor. Durante la sesión de investidura, Manuel Pizarro, el tercer nombre que figuraba en las quinielas, no ha parado ni un momento de intercambiar análisis y opiniones con él. A la salida, la propia Soraya se lo ha llevado hasta el fondo más oscuro del pasillo para compartir a solas una conversación pendiente. Y es que los caminos de Rajoy son inescrutables.