Cineflash

Se estrenan dos documentales sobre grupos musicales: 'Shine a Light', de Martin Scorsese, en el que el director sigue los pasos a los Rolling Stones en el 2006 y 'Joe Strummer, The future is unwritten', dirigido por Julien Temple. Además el remix de 'El silencio de los corderos', 'Seven' y 'WDZ' que es 'Rastro oculto', con Diane Lane.

'Shine a Light', de Martin Scorsese

Películas que entran de verdad en una vida: 'Joe Strummer, The Future is Unwritten', de Julien Temple (2007).

Película que es música: la no superada 'Calle 54' –y no me gusta el 'jazz latino'-, de Trueba (2000).

Películas para meterte en una "banda": '200 Moteles' (1971) -con, de y para Frank Zappa-, o la maravillosa 'Mad Dogs and Englishmen' (1970), sobre la gira americana de Joe Cocker.

Hay más fuerza en la salida a escena del falso grupo Stillwater en 'Casi famosos' (2000), de Cameron Crowe, que en los Rolling de verdad en 'Shine A Light', de Scorsese.

¡Scorsese y los Rolling! Esperaba uno más. Aun así ('She Was Hot', 'Champagne and Reefer', 'Sympathy for the Devil'), eso: que es Scorsese y son los Rolling.

'Rastro oculto (Untreaceable)', de Gregory Holbit

Cine sin huella. Aunque seguirle la pista no es difícil: 'El silencio de los corderos' (el ambiente, el juego de los sótanos, algún asalto a domicilio), 'Seven' (la sordidez) y 'WDZ', -incluido lo falso, lo tramposo de una y lo endeble en las motivaciones de la otra-, 'El Péndulo' (y todas las películas de serie en sesión triple con heroína en peligro); hasta la más reciente aparición de Jodie Foster, 'La extraña que hay en ti', de la que Diane Lane copia el gesto, la pérdida y el policía bueno. Al final, un poco de sadismo gratuito, una trama que no se creería ni el protagonista de 'El territorio de la bestia', y un viaje malogrado sobre sólo una idea (que ésa es otra: no les demos ideas).

'Joe Strummer, The future is unwritten', de Julien Temple

Los rebeldes con causa son tan raros que, cuando surge uno, nos sentimos tentados de mirarle el envés para encontrar la trampa. The Clash y Joe Strummer. Un grupo musical que, iluminado por el carisma de su líder, se fija un objetivo: demostrar que el futuro no está escrito. Que el individuo humano, la sociedad, la historia, va escribiéndose según transcurre. Y que el autor del todo es cada uno, en aquello de él que toca a los demás. Escritura coral en la que los personajes se entremezclan, viviendo cada uno, en su tiempo, el tiempo de los otros. La principal preocupación: que ese tiempo, esa vida, ese futuro, no nos sea robado. La regla: no robárselo a nadie. Compartir. Lo que se quita a otro empobrece el tiempo personal, que es el de todos. Vivirse con los otros en un proceso de rebelión constante. No resignarse nunca y sacudirle al otro el segmento de vida que nos toca vivir y en el que el otro puede paralizarnos si se para.

Joe Strummer quiso triunfar, The Clash quiso triunfar, y lo lograron.

Joe Strummer deseaba, además, el triunfo personal, su propio crecimiento. Un proceso ontológicamente incompatible que le llevó a elegir y en el que se diría que salió ganador.

Julien Temple lo cuenta con testigos: el guitarrista Mick Jones, el batería Nicholas Bowen (Topper) Headon, el bajista Paul Simonon, extrañamente ausente, y Bono, John Cusak, Johnny Dep., Matt Dillon, Scorsese… Cada uno en dos horas de su tiempo. Nuestro tiempo.

*Federico Volpini es nuestro crítico de cine.