Los 'magos' brasileños del balón que enloquecieron en el Mundial de Suecia hace 50 años

Bogotá.-  Pelé, Garrincha, Vavá, Didi, Nilton Santos, Zagallo...

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(EFE)

Estocolmo, 29 de Junio de 1958.- El jugador brasileño Pele , marca uno de los goles que consiguió ante la selección de fútbol de Suecia. La final fue ganada por el equipo brasileño con un marcador de 5-2 .

Difícil pensar ahora, 50 años después de la conquista del primer título Mundial de Brasil, que esos astros partieron a Suecia sin la confianza de sus 60 millones de compatriotas de entonces.

Y si dependiera del concepto del psicólogo que acompañó la delegación, Joao Carvalhes, la razón de esa excursión no tenía sentido, los jugadores de Vicente Feola no tenían juicio.

La sentencia se perfiló poco antes del 15 de junio de 1958, fecha histórica en la que debutaron juntos con la selección Pelé, con 17 años y ocho meses, y Garrincha, siete años y ocho meses más viejo.

Carvalhes sometió a los jugadores a un examen para saber si estaban en condiciones psicológicas para enfrentar a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).

De los once que jugarían, nueve perdieron la prueba. El guardameta Gilmar no logró trazar dos líneas paralelas y eso, para Carvalhes, significaba que el paciente estaba muy nervioso.

Al pedir que pintara lo que primero le viniera a la cabeza, el maestro Didí delineó una casa con una chimenea humeante y al pedirle Carvalhes explicación para ese dibujo, respondió: "es la casita que pretendo comprar con el dinero que voy a ganar en el Mundial".

Tal revelación, a juicio del especialista, era típica de un tipo egoísta, poco preocupado con los nobles intereses de la Patria.

Garrincha dibujó un círculo del que salían algunas líneas y explicó que era la cabeza de Quarentinha, su colega del Botafogo. Por eso también lo descartó para jugar contra la URSS.

Apenas Pelé y el defensor Nílton Santos fueron aprobados.

Feola, al conocer los resultados, se vio ante la disyuntiva de creer en la psicología o en las leyes arbitrarias del fútbol por las que se guiaban sus jugadores, que con el balón en los pies no parecían de este mundo.

Prefirió lo segundo e ignorar por el resto del Mundial los consejos de Carvalhes.

Llegó el 15 de junio de 1958 y los asistentes al estadio Nya Ullevi, de Gotemburgo, dieron sin saber la razón a Feola.

Hasta ese día la prensa y la afición criticaban sin tregua al seleccionador por no incluir a Pelé y Garrincha en la formación. Desde esa jornada, el mundo se rindió a la magia del 'jogo bonito'.

Brasil había debutado con goleada por 3-0 sobre Austria gracias a los goles de Mazolla (dos) y Nilton Santos, pero el empate 0-0 ante la temida Inglaterra encendió las alarmas, pues el que perdiera en la tercera jornada volvería a casa.

Había temor en la concentración frente al partido que definiría la suerte de los sudamericanos, contra el 'fútbol científico' que venía practicando la Unión Soviética.

Volver a casa ratificaría una vez más, el complejo de 'viralatas' (perros callejeros) que se había encargado de acuñar el escritor y dramaturgo Nelson Rodrigues para aludir a los malditos temores de última hora que impedían a los brasileños ganar algo en la vida.

Como ejemplos se citaban el 'Maracanazo' que infligió Uruguay en la final del Mundial de 1950 y la triste campaña del torneo en 1954.

Con la orden en el vestuario de Feola a Didí de dar el primer balón a Garrincha, el 'ángel de las piernas torcidas' dio un auténtico baile de 40 segundos a Kuznetzov, Voinov y Krijveski.

A la fiesta se unieron Didi, Pelé y Vavá, quien marcó a los tres minutos. El mismo ariete puso la guinda a los 77 minutos.

Si la mayoría de los jugadores de la selección de 1958 estaba mal de la cabeza, como pretendió demostrarlo Joao Carvalhes con sus pruebas, todos, sin excepción, demostraron partido tras partido que tenían el remedio contra el complejo de 'viralata' que aquejaba a los brasileños.

Hasta el comienzo del torneo, nadie creía en ellos. Es más, muchos apostaban por un nuevo fracaso, que la selección no pasaría de la primera etapa.