Yo pensaba que los españoles eran poco católicos, o muy hipócritas. En cuanto llega la Semana Santa, me decía yo, pasan de penitencias y exámenes de conciencia, dejan colgado al de la cruz y se largan de vacaciones. Venga nieve, playita primaveral, fin de semana en París o refocile en el Caribe. A vivir, que son dos días.
Es lo que tiene no conocer bien el país. Ahora empiezo a saber de qué van las cosas verdaderamente, y veo que, en realidad, el pueblo español es católico a fondo, de los de antes, y cumple en Semana Santa con todos los ritos cuaresmales y todas las cosas que conviene hacer para conmemorar la muerte de Jesús.
No hay más que leer los periódicos para tenerlo claro.
La procesión. Ahora se hace en coche, pero yo creo que vale tanto como hacerla a pie, o más. Ahí encerrado con toda la familia, bien unida, con 30 kilómetros de embotellamiento por delante, uno piensa en lo que tiene que pensar: en el calvario.
La penitencia. Hay un radar a cada paso, y en cuanto te escapas de la procesión y pisas el acelerador, te pillan. La gente maldice, pero acaba dándose cuenta de que la multa es lo propio de estos días. Duele más la multa que subir de rodillas las escaleras de un santuario. El multado es el penitente moderno.
"Memento homo". Antes, los curas tenían que estar todo el rato diciendo lo de "memento homo", o sea, lo de "recuerda hombre" que vienes del polvo y vas al polvo, que eres ceniza, que te morirás, etcétera. Ya no hace falta. Pones la radio y te van poniendo, casi en directo, el número de muertos por accidente de tráfico. Entre eso, que notas un ruidito raro cada vez que pones la tercera y que el crío te pone de los nervios, es imposible no ser consciente de que eres mortal, de que la vida es efímera y de que te la puedes pegar en la próxima curva.
Mortificación. ¿Para qué arrearse con un látigo? ¿Para qué ponerse un cilicio? Mucho mejor pagar un pastón por tres noches de hotel, y que llueva todo el rato. Eso sí es mortificarse. Porque en Semana Santa, eso lo he comprobado desde que vivo aquí, llueve y hace frío. Ayuda bastante que el hotel no tenga calefacción, o no la ponga porque "ya está aquí el buen tiempo".
Vía Crucis. España es tan católica, que celebra la Semana Santa durante un par de meses, o tres, según caiga en marzo o abril. El Via Crucis empieza cuando llega la factura de la Visa, y dura, más o menos, hasta la paga extra de verano, equivalente al Domingo de Resurrección.
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Anatoli es extranjero y célibe. Está dotado de una poderosa ignorancia, lo que le convierte en un polemista temible. Le gustan el fútbol, los membrillos y los sucesos truculentos. Nunca ha escrito un blog. Parece improbable que le permitan intentarlo de nuevo.
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