Hace unos días leíamos la noticia de que un funcionario de prisiones en Palma de Mallorca había sido sorprendido, presuntamente, realizando una felación a un recluso. Fue otra empleada de la prisión quien cuenta que al acudir al aseo de mujeres vio que uno de los reclusos salía rápidamente abrochándose la cremallera del pantalón, situación que le pareció muy extraña. Acto seguido, encontró en el interior a otro varón, funcionario de la prisión.
Cuando interrogaron al interno, él confeso que el funcionario acababa de practicarle una felación. Supuestamente, éste había convencido al recluso, de nacionalidad colombiana, de acompañarle hasta los servicios y que una vez dentro consumó el acto.
Cuando una persona ingresa en prisión se ve obligada a renunciar a un gran número de gratificaciones que tenía a su alcance fuera de ésta. Aunque el ser humano es capaz de adaptarse a muchísimas situaciones, el cautiverio llega a producirle una serie de trastornos.
En muchas ocasiones, al principio puede generar un acusado estado de ansiedad o de depresión, y con ello una seria disminución de la libido. Sin embargo, con el tiempo, en una buena cantidad de personas reclusas, el deseo sexual va en aumento y hay ocasiones en que llega a agudizarse. Es muy frecuente que en ese entorno, las necesidades afectivas y sexuales no estén cubiertas y son comunes los episodios de violencia sexual.
La organización penitenciaria realiza una clasificación de los internos por sexos, dificultando la aparición de relaciones heterosexuales entre los recluidos. Elías Neuman, en su obra 'El problema sexual en las cárceles', afirma que la masturbación se dispara en la prisión y que se produce un incremento de las relaciones homosexuales con y sin mediar violencia o intimidación.
Asegura que una relación homosexual puede ser aceptada por un recluso inexperto a cambio de protección u otros beneficios. "A prisión llegan los jóvenes inexpertos y novicios del crimen e inmediatamente son rodeados con halagos por los veteranos. Éstos son los 'lobos', que con su protección, con el regalo de tabaco, alcohol o alimentos tratan de seducirlos. El recién llegado, desprovisto de todo, desorientado y lleno de temor, puede finalmente ceder a los deseos de su ocasional protector. En la mayoría de casos se rebela, entonces, en el momento oportuno, se pasa directamente a la violencia. La víctima se convierte en tentación y estímulo de homosexualidad de los otros presos."
El sexo en prisiones suele venir acompañado de una serie de factores: coerción, violencia, dolor, humillación... Asimismo, es común que se contagien infecciones de transmisión sexual y, lo que es peor, enfermedades crónicas como la hepatitis C, el VIH y el SIDA. Lo común en las situaciones de coerción sexual es que no se emplee el preservativo. Por ejemplo, en EEUU se calcula que entre los reclusos las tasas de VIH son de 8 a 10 veces mayores que en el resto de la población. Un dato digno de reflexión.
¿Cómo imaginas que viven la sexualidad las personas en cautiverio? ¿Y las personas que se encuentran recluidas en alguna prisión? ¿Has vivido ese tipo de situación? ¿Conoces a alguien que la haya vivido? ¿Crees que es posible prevenir los contagios sexuales en prisiones? ¿Qué medidas preventivas crees que son necesarias?
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