La contracrónica: F1 en estado puro

Las 4 de la mañana, suena el despertador.¿Cariño? No, es Antonio Lobato, que vuelve a la carga desde Telecinco para alegrarnos la mañana a los aficionados al bello espectáculo de la F-1. Después de cuatro meses de aburridos entrenamientos de pretemporada, presentaciones y millones de cábalas, ya podemos "parpadear de una vez: vuelve la Fórmula 1 en estado puro", como diría Gonzalo Serrano.

Alberto Morante (EFE)

Los seguidores de Fernando Alonso sufrirán esta temporada con el piloto asturiano, con un coche más lento.

Empieza la previa. No cambia el fondo, sí el montaje. Estilo tomatero (con reportajes requeteintroducidos que luego no aparecen por ningún lado y constantes juegos infográficos) y alonsomanía indisimulada rebajada con comentarios técnicos e interesantes entrevistas a los protagonistas (eso sí, aún no han aprendido que 12º se debe decir duodécimo, y no decimosegundo). Mientras tanto, Francesc Latorre da sus primeros pasos a la cabeza de las retransmisiones de TV3, cuya alineación de especialistas reemplaza a Marc Gené, comprometido con la cadena Sky italiana, por su hermano Jordi, piloto de SEAT en el mundial de turismos (WTCC). Sebastià Roca, conductor del espacio hasta 2007, se ha quedado en casa, para alegría de más de un forero.

Durante los minutos previos al semáforo, y mientras la tensión crece, descubrimos algunas de las señas de la F-1 2008. La primera y, quizá, más importante, es que ha desaparecido de escena Jean Todt, cuyo puesto como mandamás de Ferrari hereda Stefano Domenicali. Sin embargo, la ausencia del emperador galo no implica la completa desaparición del apellido Todt de los dominios ferraristas. El relevo lo encarna un habitual del Gran Circo, Nicolas, hijo de Jean y representante de Felipe Massa, entre otros pilotos. También resistía por Melbourne el malo malísimo de 2007, Ron Dennis, al que la prensa de medio mundo da por despedido de la escudería McLaren por la nefasta gestión deportiva de la pasada campaña.

De vuelta a la parrilla, descubro con alegría que Alonso ha recuperado el 5 con que obtuvo su primer título y a la vez número de la suerte de la categoría. No, no digo ninguna barbaridad. Desde la introducción de los dorsales fijos en 1978, dos guarismos sobresalen por encima de los demás en toda clase de estadísticas: el 1, que lidera las listas gracias, en gran medida, a Michael Schumacher y sus 5 mundiales consecutivos, y el 5. Los demás siguen a años luz. ¿No lo crees? Pues mira: en títulos se impone el 1 con once cetros, seguido del 5 con diez y el 3 con seis; en victorias, nuevo triunfo para el 1 sobre el 5 por 146 a 119; en poles, idéntico orden, pero 130 a 112, y así sucesivamente. Mira las estadísticas.

Durante la carrera, Hamilton vivió en un mundo aparte: sin problemas, sin averías y con toda la suerte del mundo. El inglés sólo tuvo un momento de preocupación durante el Gran Premio, la cercanía de Kovalainen en el último stint, pero hasta en ese momento tuvo a la fortuna de su lado. Alonso consiguió sobreponerse mal que bien al azaroso agüero de los pit stops y atacar, atacar y atacar para acabar cuarto. La pena es que ha bastado una carrera para descubrir que, este año, los alonsomaníacos sufrirán. Lo denotábamos escuchando el tono de voz de Antonio Lobato, menos exaltado que de costumbre (aunque, por fin, centrado en la cabeza de carrera, más allá de la posición del de Renault). Tampoco hacía falta dar muchos detalles: queda mucho trabajo que hacer en el R28, y recuperar la desventaja pasa por algo más que un alerón milagroso.

En la próxima carrera, Fernando Alonso vuelve a Sepang, su circuito favorito, donde logró su primera pole y podio en la categoría reina, por allá en 2003. El año pasado nos regaló allí mismo su primer triunfo vestido de plata, en este nos conformaremos con un milagro parecido al de Australia, aunque si puede ser dentro del podio, mejor que mejor. Ah, y veremos si allí consigue la duodécima vuelta rápida de su carrera deportiva…