Una cosa es el estereotipo que se tiene del hombre, y otra muy distinta la realidad. Existen tantos mitos en torno a la figura masculina, que las presiones que ha recibido a lo largo de la historia, en ocasiones le han supuesto una carga demasiado pesada de asumir. Hoy queremos abordar la situación desde la perspectiva masculina.
Cuando le repiten hasta la saciedad qué es lo que le gusta, lo que le interesa, lo que le apetece y lo que se espera de él (y ni siquiera le han preguntado su opinión), puede llegar a ser muy complicado para el hombre saber cuáles son realmente sus deseos más profundos. Por eso no debiera sorprendernos la confusión que esta dinámica tiende a provocar y las dificultades que se derivan de ello.
En términos generales, puede ser que lo que le dicen que debería apetecerle coincide con lo que realmente le gusta y entonces el problema no existe. Aunque no siempre se produce esta coincidencia. Creemos que ésta es una de las razones por las que a menudo termina sumamente confundido y no consigue distinguir con claridad lo que se espera que él desee, de sus verdaderas preferencias personales. Hemos conocido casos de chicos que han salido con una chica porque estaba buenísima, porque era la más deseada de la pandilla. Hasta que se dio cuenta de que ella no era su tipo, que valoraba más otros atributos y otro tipo de mujer. Hay que ver hasta dónde nos puede llevar a los humanos la deseabilidad social, la presión del grupo hacia lo que se supone que debe ser lo más deseado.
Las consecuencias de este tipo de situación pueden ser muy importantes en la elección de pareja. Puede ocurrir que, por un lado, desee a dos tipos de mujeres distintas: una que responda a su verdadero deseo y otra que respondería al tipo de mujer que luce mucho socialmente y al que otros, aparentemente, pueden envidiar. También puede responder al modelo de mujer muy presentable en familia y con la que sus padres estarían satisfechos. Aunque penséis que no, estas cosas ocurren. Desgraciadamente los deseos no siempre responden a las necesidades más profundas, pueden quedar contaminados por el influjo exterior. Y eso se descubre porque una vez que se ha conseguido el deseo, en lugar de dejarnos satisfechos, nos produce un gran vacío.
En el caso de los homosexuales, las presiones con respecto a lo que es deseable pueden ocasionar que éste no se dé cuenta de su orientación sexual auténtica, o que tarde un tiempo en percatarse de ella. Es aquí, quizás, donde puede verse más claramente el efecto tan fuerte de las presiones antes descritas.
¿Consideras que tus decisiones son coherentes con tus preferencias? ¿Cuánto ha influido el medio en tu elección de pareja? ¿Como hombre te has sentido presionado para ser de determinada manera? ¿Cómo mujer has vivido la ambivalencia que mencionamos del hombre? ¿Tienes una idea preconcebida de cómo debe ser un hombre?
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