El museo de los aparatos médicos engañabobos

En el Museo de Ciencia de Minnesota hay una gran colección de viejas glorias del engaño: Rejuvenecedores magnéticos, agrandadores del pecho accionados con el pie, sillas vibradoras curativas...

Museum of Questionable Medical Devices

Agrandador de pechos

¿Quién no recuerda las famosas pulseras "magnéticas" cutres que aliviaban dolores y malestares? Sí, esas cuyos extremos tenían unas bolitas. Si tuviéramos que hacer un ranking de engañabobos por su volumen de ventas en España, la pulsera magnética Bio-Ray quedaría en el primer puesto. Lástima que los jueces terminaran cerrando el grifo al condenar el producto por publicidad engañosa. Claro que eso fue porque la empresa española decidió exportar el producto a EEUU y ahí les pararon los pies. Si no, probablemente aún seguiríamos viendo por la tele la pulserita curativa.

Después de la empresa Bio-Ray, las farmacias fueron las principales perjudicadas y se quedaron con un fraude menos que vender. Gracias al cielo, ahora tienen la homeopatía, que va camino de conseguir todavía más ventas que las pulseras. Aún a pesar de que cientos de estudios revelan que su eficacia se basa en el placebo y que su modelo teórico de funcionamiento es similar en rigor a las pulseras magnéticas. Pero es que la charlatanería no tiene edad y, al igual que la energía, no se crea ni se destruye sino que sólo se transforma.

Imagínate estafas como las pulseras Bio-Ray o la homeopatía pero de hace más tiempo, de cuando los charlatanes iban de pueblo en pueblo vendiendo sus productos o cuando lo "eléctrico" era sinónimo de novedoso. Si puedes imaginártelo y sientes curiosidad, estás de enhorabuena. En el Museo de Ciencia de Minnesota recogen más de 250 aparatos médicos que tienen algo en común: sus poderes curativos brillan por su ausencia pero en su día fueron tomados muy en serio. El título de la exposición no puede ser más explicativo:

The Museum of Questionable Medical Devices (El Museo de los Aparatos Médicos Cuestionables)

Se trata de la mayor colección de estafas médicas en Estados Unidos. La mayoría de los aparatos proceden del siglo XIX y XX y fueron donados por la FDA. La electricidad, el magnetismo y la vibración eran las principales bazas que se utilizaban para dar una apariencia curativa a los aparatos.

Entre los dispositivos más divertidos, se encuentran varios remedios para la próstata. El Recto Rotor se introducía, como su propio nombre indica, por el recto y era "la más novedosa y efectiva invención para el rápido alivio del estreñimiento, almorranas y problemas de próstata", El "Calentador de la Glándula Prostática" no se quedaba atrás en cuanto a estrafalario, una sonda unida a una bombilla azul para calentar y "estimular" la glándula desde el interior.

Tampoco se olvidaban de la mujer. La "bomba agrandadora de pechos accionada con el pie" consistía en unos sencillos recipientes con forma de pecho conectados a una bomba que hacía vacío tras pisar repetidamente un pedal con el pie. Cuatro millones de mujeres se dejaron los cuartos en este invento entre los años 70 y 80 embelesadas por las afirmaciones de la empresa: "En dos semanas, tendrás pechos más grandes y firmes".

Y, como último ejemplo, el "Normalizador natural de ojos". El máximo exponente de que los fraudes no pasan de moda. Lo que te sirve para estafar hace décadas, también te sirve para estafar en la actualidad. El aparato en cuestión se componía de unas gafas especiales que se acoplaban a los ojos y que "relajaban" los músculos oculares. Junto con estas gafas, también se ofrecían unos libros con ejercicios para la vista. Según los defensores de este producto, el hecho de enfocar en diferentes zonas, en rotar los ojos y moverlos de un lado a otro incrementaba la visión periférica y mejoraba y curaba algunos problemas de la vista.

Justo las mismas afirmaciones con las que se publicita otro producto, más moderno pero igual de engañoso, el Eye Training. Y da igual que hayan pasado décadas desde que se demostró que los ejercicios de los ojos no mejoraban la visión. Los engaños siguen haciendo caja aunque tengan más de un siglo de antigüedad. Basta una visita, aunque sea virtual, por el museo de los engañabobos para darse cuenta de ello.