El libre acceso a los recursos naturales

MADRID.-  En mi artículo anterior intentaba justificar, desde la lógica económica, la necesidad de establecer ayudas o subsidios 'verdes' a los propietarios forestales, para que de esta manera los bosques proporcionen una provisión óptima de bienes públicos de naturaleza ambiental, que resultan esenciales para el bienestar de la sociedad. Pues bien, entre los comentarios realizados por los lectores a mi artículo, que obviamente agradezco y que constituyen para mí elementos de reflexión, hay uno sobre el que me gustaría incidir.

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En efecto, un lector nos recuerda al cantautor chileno Víctor Jara y su bonita estrofa "a desalambrar, a desalambrar que esta tierra es tuya, mía y de aquél...".

La filosofía que parece desprenderse de dicha estrofa, insisto de una gran belleza poética, es que los recursos naturales no son de nadie en concreto, son propiedad de todos y como tal todos tenemos el derecho a su disfrute, sin que nadie imponga a su uso ningún tipo de restricción.

Tal vez la idea poética (pensamiento emocional) que estoy comentando podría conectarse con la idea de libre acceso al uso de los recursos naturales. Así, en un contexto de libre acceso los recursos naturales no son propiedad de ningún agente económico concreto (individuo o empresa), sino de la sociedad en su conjunto. Pues, bien Harding en el ya lejano 1968, en un celebérrimo artículo publicado en la revista 'Science', demostró desde el pensamiento racional que en un contexto de libre acceso, se produce una sobreexplotación de los recursos, que normalmente acaba con su total agotamiento. Ejemplos clásicos que ilustran las ideas de Harding son los problemas derivados de la sobrepesca de algunas especies o del pastoreo excesivo.

En esta nota me gustaría incidir en uno de los problemas de mayor actualidad ambiental y que conecta claramente con el libre acceso. Me refiero al uso de la atmósfera como sumidero de los residuos que genera la sociedad a través de la actividad económica. En efecto, hasta hace poco tiempo la atmósfera se consideraba, y me temo de hecho que todavía se considera, como un recurso de libre acceso. Así, los agentes económicos emiten residuos (fundamentalmente de naturaleza gaseosa) derivados de la actividad económica sin ningún tipo de control. Este tipo de política o mejor de "no política" ha conducido a gravísimos problemas de contaminación. Acuerdos internacionales, como el famoso Protocolo de Kioto, lo que en el fondo realmente pretenden es imponer cierto tipo de restricciones al uso de la atmósfera como sumidero de residuos. De esta manera, se pretenden evitar graves deterioros ambientales que pueden conducir a serias irreversibilidades de naturaleza ambiental.

"A desalambrar a desalambrar..." es una preciosa figura poética, pero que una incorrecta interpretación puede implicar que elijamos de todos los posibles regímenes de asignación de derechos de propiedad (propiedad privada, pública, comunal, etc.) tal vez la peor desde un punto de vista de manejo de los recursos naturales como es el libre acceso.

El pensamiento emocional me empuja "a desalambrar", pero el pensamiento racional me empuja "a alambrar, que esta tierra es tuya y mía y de las generaciones que vienen...", esto es, el pensamiento racional me empuja a apoyar políticas como la exacción de impuestos a las emisiones contaminantes, la fijación de normas de emisión, el establecimiento de subsidios 'verdes', etc, o sea me empuja a pensar que es necesario imponer cierto tipo de restricciones al libre acceso de ciertos recursos naturales, si queremos conseguir un uso racional (sostenible) de los mismos.

*Carlos Romero es responsable del Grupo de Investigación, Economía y Sostenibilidad del Medio Natural de la Universidad Politécnica de Madrid y premio Nacional de Economía y Medio Ambiente.

(Las conclusiones y puntos de vista reflejados en este artículo son responsabilidad únicamente de su autor y no representan, comprometen, ni obligan a las instituciones a las que pertenece).