Madrid busca rehabilitarse entre la tendencia y la videovigilancia

Madrid ha estrenado su ambicioso plan de videovigilancia para atajar la delincuencia y la prostitución en el Distrito Centro. Esta estrategia coincide con el proyecto empresarial Triball, que pretende rehabilitar la zona sustituyendo locales clausurados y clubes de alterne por modernos comercios. Estos son dos ejemplos de intervenciones urbanas para prevenir la delincuencia en la ciudad. ¿Cómo funcionan estas estrategias?

Joffley (flickr)

Arte callejero en Londres (parece obra de Banksy, pero está firmado por dbase)

Madrid estrenó hace 10 días una treintena de cámaras de videovigilancia en una de las zonas más conflictivas de la ciudad, donde los niveles de delitos son superiores a la media del resto de la ciudad, y donde la prostitución y el tráfico de drogas están a la orden del día. Es la zona de la calle Montera y los alrededores de la 'Plaza de la Luna'.

A día de hoy, un paseo por la calle Montera pone en duda la efectividad de las cámaras en la lucha contra la prostitución, pues las merectrices siguen ofreciendo sus servicios a aquellos clientes que transitan la zona. Carmen Briz, portavoz del colectivo en defensa de los derechos de las prostitutas Hetaira, nos explica que las mujeres siguen allí porque el ayuntamiento no ha ofrecido ninguna alternativa a las prostitutas, donde ejercer su oficio de un modo seguro. Por tanto, dice, la efectividad de las cámaras para eliminar la prostitución no puede ser muy elevada.

¿Y cuál es la efectividad de la videovigilancia a la hora de prevenir delitos? Este tipo de iniciativas son relativamente recientes en el entorno español, por lo que es difícil determinar su utilidad. En Inglaterra el desembolso ha sido notorio y millones de cámaras inundan las calles. Los investigadores Welsh y Farrington realizaron un análisis en el que descubrieron que el nivel de reducción de la delincuencia debido a las cámaras era de un 4%, aproximadamente. A juicio de Juanjo Medina, profesor de Criminología en la Universidad de Manchester, estos resultados, hasta el momento, suponen una justificación muy débil para el tipo de respaldo económico proporcionado a estos programas.

De todas formas, Leanid Kazyrytski, profesor de Prevención del Delito en la Universidad de Girona piensa que no es fácil trasplantar los resultados británicos hasta el ámbito español, porque existen muchas diferencias, por ejemplo, en la configuración urbana de las ciudades.

En el entorno español, el estudio más profundo lo está realizando en este momento el Instituto Andaluz de Criminología, que analiza la efectividad del uso de la videovigilancia en las calles de Málaga. Allí, hace un año (el 21 de marzo de 2007), se pusieron en funcionamiento cerca de una veintena de cámaras en la zona del centro histórico. El proyecto se encuentra aún en la fase de estudio, por lo que no existen resultados definitivos. Sin embargo, Ana Isabel Cerezo, una de las investigadoras del proyecto, no se muestra excesivamente entusiasta con los resultados, según ha podido comprobar en conversaciones con gente implicada en temas de seguridad, como agentes de Policía.

Valorando las experiencias precedentes, Cerezo cree que el uso de cámaras tiene una efectividad limitada en la prevención, aunque demuestran su utilidad en la resolución de delitos, ya que permite identificar a los asaltantes.

Una de las grandes quejas contra la videovigilancia, al margen de las que se refieren a la creación de un estado «orwelliano», es que ignora las causas sociales de la delincuencia. Según algunos expertos, es un simple parche que «desplaza» los delitos hacia otras zonas de la ciudad. Quizá sea pronto para evaluar este fenómeno en las calles madrileñas, pero hay testimonios que alertan sobre esta situación. David, un vecino de la calle Madera, que es una de las calles que se han quedado sin cámaras, un ángulo muerto en esta estrategia del consistorio, reconoce que el domingo se encontró con tres personas consumiendo droga en el portal de su casa. Ésta es una muestra de que puede darse un desplazamiento de las acticvidades delictivas.

Otras medidas de regeneración urbana

Una asociación de comerciantes del centro de Madrid ha comenzado una estrategia de regeneración que se conoce como Triball. Consiste en la adquisición de comercios clausurados y clubes de alterne para abrir tiendas de moda y arte. Es una estrategia que estuvo en boga en los años 90 en el contexto anglosajón, dentro de lo que se conoce como prevención comunitaria.

El principal referente es el barrio neoyorquino de Tribeca, que pasó de ser una degradada zona industrial a convertirse en uno de los vecindarios más caros de Manhattan, repleto de bares de tendencias y lujosos lofts. Para empezar, los términos de Tribeca y Triball guardan bastante semejanza: Tribeca es la abreviatura de "Triángulo debajo del Canal", mientras que Triball significa "Triángulo Ballesta". Y los comerciantes madrileños esperan con fervor que la evolución de la delincuencia tenga un desarrollo paralelo al de Tribeca.

Aunque algunos comerciantes de la zona creen que la finalidad del proyecto es meramente especulativa, la mayoría recibe con los brazos abiertos la iniciativa. Y es que la reducción del crimen que se ha dado en Nueva York desde el año 1990 ha sido espectacular. No sólo debido a los proyectos de regeneración como Tribeca, sino porque la convergencia de sonoras estrategias para combatir el crimen (en ocasiones bastante agresivas, como en el caso de la «tolerancia cero» de Rudolph Giuliani y el jefe de policía William Bratton), y una serie de circunstancias coyunturales que han podido incidir en la reducción de los índices de criminalidad (como una reducción del crimen a nivel mundial y una estabilización del mercado de la droga en la ciudad de Nueva York).

En todo caso, la reducción del crimen en el área de Tribeca ha sido espectacular: los asesinatos han descendido a cero en el año 2007, las violaciones han caído casi en un 50% desde el año 1990, los atracos en un 90% y los robos en domicilio han caído en un 85% durante el mismo período, según las estadísticas que maneja la policía. Estas cifras son muy similares a las registradas en el resto de Nueva York.

Ambas estrategias se complementan con un aumento de la presión policial en la zona, tanto por parte de la Policía Municipal como de la Policía Nacional.