Gajes del político: La afonía

En plena campaña electoral, los políticos hacen uso de su principal arma: la voz. Mítines, charlas, visitas y debates son sólo algunos de los eventos a los que tendrán que hacer frente sus cuerdas vocales. Sin embargo, pese a estar "entrenados", suele ser frecuente que alguno pierda la voz cuando más la necesita.

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Afonía y disfonía, los dos principales enemigos de la voz de los políticos.

Es tiempo de elecciones, lo que significa que los partidos políticos levantan y transmiten su voz allá donde sea posible con promesas o falsas promesas. También es la época del "y tú más" e insultos tan entrañables como "mentiroso" (y variantes) se ponen a la orden del día entre partidos y políticos. Y entre insultos, promesas y discursos de autocomplacencia en mítines y demás actividades políticas hay un elemento que se va resintiendo progresivamente. No, no hablamos de la paciencia de los votantes sino de la voz o, mejor dicho, de las cuerdas vocales de los políticos.

Son muchas las profesiones que dependen de la voz para su pleno ejercicio: Profesores, locutores, comerciales... Pero son precisamente los políticos los que abusan más de ella, sobre todo para conseguir votantes en la campaña electoral. Normalmente, suelen tener aprendidas una serie de normas para no agotar la voz (evitar el tabaco y el alcohol, beber agua frecuentemente...) e incluso profesionales como los logopedas educan a bastantes políticos para hablar bien y sin que sus cuerdas vocales sufran en el proceso.

Pero ante tantos acontecimientos sociales en los que hay que levantar la voz es bastante frecuente que los políticos terminen padeciendo de afonía (pérdida total de voz) o, mucho más frecuente, disfonía (pérdida parcial de voz). Los mítines son precisamente la prueba de fuego de las cuerdas vocales. Suelen ser los actos en los que más se grita y dónde más ruido hay de fondo, lo que lleva a levantar mucho más la voz que en una charla o un debate cualquiera. Además, si por algo se caracteriza el discurso político es por su falta de suavidad. Los discursos van a golpes, se acentúan y enfatizan mucho las palabras. Uno de los principales vicios de la comunicación política es la esdrujulización del discurso.

Tanto la afonía como la disfonía que aparecen como consecuencia del politiqueo son funcionales. Es decir, no hay ninguna alteración orgánica (o anatómica) que desencadene la pérdida de voz, sino que es consecuencia de una utilización excesiva de las cuerdas vocales. Estas cuerdas, son unos pequeños músculos situados en la laringe. Producen la voz al contraerse y vibrar por el paso de aire a través de la laringe. Como todo músculo, su función se resiente si se utiliza en exceso. En las cuerdas vocales el abuso lleva a que éstas pasen a moverse poco o nada. Es decir, hay una parálisis transitoria parcial (disfonía) o total (afonía) y pueden estar ligeramente inflamadas. Lo cual provoca dolor al orador cuando intenta hablar. En la parálisis parcial, además, no sólo hay pérdida de voz, también esta aparece con un tono distinto y es frecuente observar ronqueras.

Por suerte (o por desgracia para algunos) esta parálisis suele durar unos días tras el reposo de las cuerdas vocales y el político de turno puede volver a alzar la voz sin ninguna complicación. Aunque, si se sigue forzando la voz durante mucho tiempo, pueden aparecer nódulos en las cuerdas vocales que lleven a una disfonía permanente. Actualmente, estos nódulos son reconocidos como enfermedad profesional en maestros y profesores.

Y es que es tiempos de crispac-, perdón, quería decir fonación política, las cuerdas vocales de los políticos, junto a los oídos de los votantes son los principales protagonistas.