La mala conciencia de los indios kuna

KUNA-YALA (PANAMÁ).-  Las comunidades locales que viven en contacto más estrecho con la naturaleza y en apariencia más sostenibles, también tienen problemas con la gestión del medio ambiente. Aunque tradicionalmente se asocia a los pueblos indígenas una visión idílica y en total armonía con el medio natural, las necesidades y los nuevos retos planteados en estos tiempos colocan a menudo a estas pequeñas comunidades en una encrucijada. Este es el caso de los kunas, un pueblo indígena que vive en la selva de Panamá.

P.M.

Los kuna fueron uno de los primeros pueblos indígenas que adquirieron derechos legales sobre sus territorios.

El pueblo Dule o Kuna posee en forma colectiva la comarca Kuna Yala de Panamá, que está ubicada al nordeste de este país. Ésta consiste en unos 5.500 Km² que se extienden hacia el sudeste, desde el Golfo de San Blas hasta la frontera con Colombia. La parte continental consiste en una franja gruesa de selva limitada por la cordillera de San Blas y la parte marina incluye más de 360 islotes coralinos, donde se asienta la mayoría de los 35.000 habitantes kuna distribuidos en 48 comunidades.

Los kuna fueron uno de los primeros pueblos indígenas que adquirieron derechos legales sobre sus territorios, así como cierta autonomía político-administrativa: en 1938 se creó la Comarca Kuna-Yala y en 1953 se aprobó "La Carta Orgánica Kuna". De este modo, las islas y la angosta franja costera ocupada por los kuna, les fue otorgada como reserva indígena, y es, desde entonces, regida por sus costumbres tribales y su sistema político.

Parecen contar con todas las condiciones para una vida idílica y sostenible: pequeñas comunidades asentadas en un mar rico en pescado, con poder de decisión sobre las actividades que se realizan en su territorio y sus recursos naturales, con autonomía para poder controlar el potencial turístico de sus corales, con una economía de exportación del coco que les da ingresos monetarios complementarios. Sin embargo, este pueblo también tiene problemas ambientales. Como nos relata Jonathan, uno de estos kuna, los grandes barcos que navegan paralelos a la costa de la región Kuna Yala vierten basuras que contaminan sus mares, al mismo tiempo que la superficie coralina disminuye, como está ocurriendo en el resto del mundo por el aumento de la temperatura del mar. Pero, además, las mismas comunidades no son sólo víctimas, sino también culpables de algunos de estos males, como la creciente acumulación de basuras. No disponen de sistemas de recogida, ni disposición de los residuos sólidos urbanos y el aumento de uso de plásticos y otros materiales no biodegradables está afectando la calidad ambiental de las localidades, la costa y el mar.

Según nos cuenta Leo, nativo de la comarca, existen posibilidades para los líderes interesados de la comunidad de formarse como "dinamizadores ambientales". Él ha tenido la oportunidad de participar en varias capacitaciones y ve apesadumbrado que es necesaria mucha más sensibilización en la población kuna, para acabar con unas malas prácticas que vuelven insostenible su modo de vida. "Debemos trabajar mucho con los niños, que son nuestro futuro, porque la degradación ambiental está teniendo lugar ya", afirma.

Con todo, sí que existe una sensibilidad ambiental, de hecho el Consejo General Kuna es muy consciente de que debe "promover la enseñanza de la religión y los valores éticos y sociales del pueblo". Este Consejo es la máxima autoridad comunitaria en el ámbito político en el cual se solucionan de manera democrática los asuntos comunitarios y, hace poco, se reunió para tratar el tema de la caza de la tortuga. El Consejo General Kuna decretó cinco años de veda para la caza de la tortuga. Este animal, tan demandado tanto como alimento como por la venta de su concha, ha venido sufriendo una disminución drástica en sus poblaciones por las capturas indiscriminadas. Es por eso que el asunto se discutió como trascendental para la comunidad llegando al control total de su pesca. A pesar de ello, "hay quien continúa practicando la pesca furtiva, aunque ello constituye un riesgo personal pues la comunidad puede tomar medidas de castigo contra los infractores", comenta Jonathan.

El pueblo kuna, desde su propia experiencia religiosa, se reconoce sujeto y dueño de su tierra, cultura, historia y de su proyecto futuro. Su control sobre el territorio les podría dar potestad para regular su propio destino, pero éste no es ajeno a las dinámicas globales que están degradando nuestro medio ambiente... y a las que afectan directamente a los pueblos. Es el caso de cuatro líderes kuna que perdieron la vida el pasado enero víctimas de grupos armados irregulares colombianos. Es por esto que el Congreso General Indígena Kuna de Panamá anunció recientemente su deseo de albergar a miembros de la comunidad kuna colombiana que está considerando abandonar sus tierras ancestrales, para protegerse de la violencia. El pueblo kuna continúa sufriendo una situación de amenaza a su territorio, cultura e instituciones, y sigue exigiendo su derecho a ser un pueblo con identidad propia.

*Piedad Martín es especialista en desarrollo y medio ambiente y trabaja en el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Colombia.

(Las conclusiones y puntos de vista reflejados en este artículo son responsabilidad únicamente de su autor y no representan, comprometen, ni obligan a las instituciones a las que pertenece).