Esta semana –el pertinaz catarro, que amaga con marcharse pero queda esperando, agazapado- el 'Cineflash' llega otra vez con pocos títulos: dos, pero esos dos tratados con más texto. Los males nunca vienen solos.
'La guerra de Charlie Wilson' de Mike Nichols y 'Luz silenciosa' de Carlos Reygadas son las dos películas que ha visto esta semana nuestro crítico de cine Federico Volpini.
'La guerra de Charlie Wilson' de Mike Nichols
Propaganda de la peor laya en un envoltorio brillante, ameno y primorosamente terminado; o sea: propaganda de la peor especie, digo.
De cómo en los Estados Unidos (la tierra de la libertad) un hombre solo (el individualismo), un poco congresista, consiguió aniquilar al gigante soviético a base de multiplicar las subvenciones (el capital) para que los afganos derribasen los helicópteros rusos (David y Goliat, y el primo de Zumosol). De aquellos barros vinieron estos lodos. Así lo reconoce el congresista Hanks, el Charlie Wilson de nuestro 'biopic' con derecho a medalla: "al final, la jodimos". Por no poner escuelas. Literal. "Por no quedarnos", dice. Hasta entonces, fue lo más meritorio que recuerdan los siglos. Vemos cuerpos de niños mutilados (y, sin embargo, deben de ser de otra guerra: los de aquélla estarán hoy crecidos), campos de refugiados (de las múltiples guerras –Irak me suena mucho- en las que matan hoy a ejércitos de niños) y aguerridos combatientes musulmanes que hoy no derriban aviones norteamericanos, a lo mejor porque no tienen con qué hacerlo.
Si se le quita la carga ideológica, película sólida, bien construida, con abundancia de momentos memorables, réplicas ingeniosas, subtramas que ayudan a la acción y, salvo algún exceso lacrimógeno, estupendo espectáculo. Pero quitarle la espoleta no es tan fácil. Los Estados Unidos se han lanzado a un lavado de cara. Dentro de poco, Vietnam estará justificado (aquel napalm, los cuerpos destrozados de esos niños) y, pasado algún tiempo, Vietnam -Chile, Granada, Yugoslavia, Irak, Afganistán- no habrá existido.
Excelente Tom Hanks y doblemente Philip Seymour Hoffman. Curioso el harén de este pícaro (eso siempre es "simpático") héroe de nuestros días. Y Julia Roberts, quizás no tan creíble como materia gris de la reacción a chorro de dinero.
'Luz silenciosa' de Carlos Reygadas
Amanece. Es el día, que se toma su tiempo. Al helado titilar de las estrellas va sucediendo un juego de tintas: azul, rosa, que rompe en un rojo furioso, amarillos, naranjas. Los árboles, que captaban la mirada como presencias plenas, protagonistas de la noche, se vuelven siluetas recortadas contra la luz. El murmullo nocturno estalla en mil sonidos. Podríamos estar en la jungla, en la estepa africana, 'Mogambo', 'Hatari'. Luego, el paisaje, plano, interminable, praderas, cielo abierto, nieve, parecerá el del western. Se escucha el mugido de las vacas esperando a ser ordeñadas. La familia, en la casa, recogidos los ojos sobre el plato, agradece en silencio el desayuno que van a tomar. Cinco niños, una adolescente y dos adultos, rubios, de piel curtida por el sol y el trabajo. El padre dice "amén" y la escena recobra el movimiento y la palabra. Un idioma que sueña extraño. No es alemán, ni es sueco, ni inglés, ni neerlandés: algo anterior a ellos que los comprende a todos y parece hecho para rezar. Cuando se convierte de verdad en un rezo, en el momento del funeral, es una invocación como surgida del corazón del bosque, la lengua que entienden los espíritus, la que ellos utilizan. Una lengua sacrílega para rogarle a Dios y, así, la única adecuada.
Dice Carlos Reygadas que sus planos no son largos ni cortos. Que duran lo que tienen que durar. Que en ocasiones incluso se arrepiente de haber cortado el plano demasiado deprisa. Que él pretende escapar a la norma según la cual el cine sirve para contar historias, que quiere huir de la narrativa y sumergirse en la contemplación. Miente Reygadas: cada uno de sus hermosos planos, las luces, el sonido, están contando algo y ese algo es lo que cuenta la película, Reygadas. En la comunidad de los menonitas, en el norte de México, esa luz silenciosa que nos habla.
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