El consumidor ya puede conocer el origen de su electricidad

MADRID.-  A partir de julio, en la factura de la luz que llegue a tu casa debe figurar una nueva etiqueta donde se explique cómo ha sido producida la electricidad por la que pagas y qué impactos ambientales genera. Como especifica la Circular 1/2008 publicada hoy en el BOE, en ella se tiene que incluir además una letra en una escala de la A y la G que calibre el nivel de las emisiones de CO₂ y los residuos radiactivos generados por la electricidad vendida por tu empresa comercializadora.

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Modelo de etiqueta que deben enviar las empresas comercializadoras (Fuente: CNE).

Por fin, con años de retraso, el consumidor español puede saber algo más de la electricidad que consume, de modo que pueda llegar a elegir entre las distintas empresas en función también de las tecnologías empleadas o sus consecuencias en el medio ambiente.

En realidad, los electrones que llegan a cualquier casa del país son todos iguales. Lo que sí que cambia es el modo de generarlos, pues pueden proceder de muy diferentes fuentes: una central nuclear, una térmica de carbón, una planta de ciclo combinado, un parque eólico... Así, el apretar un interruptor o conectar un enchufe tiene consecuencias a kilómetros de distancia, como la emisión de CO₂ en las plantas que utilizan combustibles fósiles (carbón, petróleo o gas) o la generación de residuos radiactivos en las centrales nucleares.

En teoría, ya desde el año 2003 un consumidor español puede elegir de forma libre su empresa eléctrica, lo que le permitiría optar por aquellas compañías que venden una electricidad producida de forma más 'limpia' (centrales hidráulicas, parques eólicos, centrales solares...). Sin embargo, hasta ahora resultaba imposible al cliente conocer de forma fiable el origen de la electricidad vendida por cada comercializadora.

Esta es la gran novedad de la Circular 1/2008 publicada hoy en el BOE, que obliga por primera vez a las compañías a detallar una información precisa y uniforme en sus facturas o en separata adjunta, o en su caso en facturas electrónicas. Una obligación que, según la Comisión Nacional de la Energía (CNE), debería hacerse efectiva a partir del mes de julio.

En concreto, el nuevo etiquetado debe detallar el desglose de las tecnologías utilizadas para generar la electricidad vendida por cada compañía y el impacto ambiental que dicha producción ha originado (en forma de emisiones de CO₂ y residuos radiactivos). Además, esta información tiene que ser comparada con los valores medios del conjunto del sistema eléctrico.

Al igual que ocurre con los electrodomésticos, o con los coches, en este etiquetado debe figurar igualmente una letra de la A a la G para calibrar de forma rápida y sencilla el nivel de emisiones y de residuos radiactivos generados para producir la electricidad vendida por esa compañía. Las empresas más 'limpias' mostrarían en la factura una letra A y las más contaminantes una G.

A pesar de resultar un gran avance con la situación anterior. no todas las valoraciones son positivas. Como se queja, José Luis García, de Greenpeace, el texto del BOE ha introducido algunos cambios con respecto al último borrador mostrado por la CNE y para que una compañía consiga una categoría A basta que la electricidad que venda haya generado unas emisiones y unos residuos radiactivos por debajo del 35% de la media nacional, lo que considera muy por encima de lo que sería deseable.

Además, García considera que la información suministrada pierde gran parte de su valor por el hecho de que una compañía pueda comprar a otra garantías de origen de electricidad e incluirlas en sus estadísticas, lo que le permitiría mejorar sus 'calificaciones' ambientales sin cambiar los sistemas de generación empleados.