Electroshock para olvidar Cibeles

Hoy acaba Cibeles. Sobran dedos de la mano para contar los desfiles memorables. Carlos Díez y El Delgado Buill, han resultado la traca final de una semana soporífera.

(EFE)

Carlos Díez y sus flecos desenfrenados.

La Terapia Electro Convulsivante (TEC) es un método de choque que durante años se empleó en psiquiatría con el fin de curar algunas enfermedades mentales. Hoy sólo se utiliza en casos muy específicos. Y la última edición de la Pasarela madrileña parece una ocasión aconsejable. Los facultativos reunidos en pleno -léase sufridos periodístas, fotógrafos y demás profesionales que por su trabajo deben pasarse una semana en el enmoquetado recinto ferial- estarían encantados de tomar unas corrientes. Dicen que la persona no sufre en absoluto y que tras las descargas no recuerda nada de lo sucedido.

Cuando parecía que nada podía ser más tedioso que lo anterior, Ana Delgado y Macarena Ramos Buil, de nombre artístico El Delgado Buill, suben sus modelos al escenario y se convierten en la última Coca-cola del desierto. Pasean espaciosas. Pantalones amplios, con pinzas, de largo tobillero para que se vea el calcetín, lo más a finales de los 80 principios de los 90. Las proporciones holgadas de los abrigos, los remates trenzados en blusas, jerseys y prendas de piel, son resultones. Recogen los gustos de los modernos a pie de calle, los pasan por su propia batidora y los sirven con un sello original.

Carlos Díez, no necesita enseñar ni uno de los clásicos retroflecos, de los que cuelgan por doquier en casa de la abuelita, para despertar el fervor del público. Deportivo, sado, loco de atar, divertido, tiene cosas que contar. Petos con un sólo tirante, desteñido provocador. A Díez no le gusta quedarse a medias. O todo o nada. Para medias tintas ya están los demás.