La costura contra el aburrimiento de Miriam Ocariz

¿Aburrido de espectaculares montajes gratuitos y estrellas invitadas que brillan más que las prendas? ¿Cansado de pelos a lo Winehouse? ¿Harto de que lo más moderno e innovador de un desfile sea el público? Aquí tienes una receta para sacudirte el tedio: 2 g. de verde militar, 2 g. de negro, 4 g. de gris, una cucharada de rosa y azul y un pellizco de dorado.

J.J.Guillén (EFE)

Ocariz propone volúmenes muy femeninos.

Repártelo entre tejidos clásicos y dibujos Ocariz, cóselo con rigor y listo. La receta de la costurera bilbaína para su colección otoño invierno 2008 es el desfile elegido por soitu.es para la segunda jornada de Cibeles.

Todo comienza con los grises, los tweeds y la pata de gallo. Abrigos fabricados con tejidos masculinos en los que se introducen volúmenes propios de una prenda de mujer. Trajes de chaqueta con falda tulipán, pantalones de hombre, remates de piel en los cuellos de las chaquetas. Y la 'marca de la casa', una lazada fuera de lugar en estructuras sobrias. Es el detalle lúdico, aunque no gratuito, en el antagonismo hombre mujer que plantea la colección. Y un poquito más de gris, esta vez con brillo, con patrones más trabajados para crear trajes formales y elegantes con clara inspiración de los 80 (un bustier por dentro de un pantalón que se asemejan a un mono de los de Studio 54, pero en versión lana). Sobre las prendas la diseñadora aprieta unos cinturones de piel marrón con cremalleras que ha realizado en colaboración con Fosco, igual que los zapatos en los que se mezclan retales de ante de colores.

Y por debajo del gris empieza a asomar el rosa con flores estampadas. Son los dibujos de la diseñadora. Aquellos que le encumbraron a la fama. Sus serigrafías de niños cabezones que han ido evolucionando en cada temporada, y si en verano fueron los cisnes, ahora son las flores. Rosas reventonas en blanco y negro para adornar vestidos largos de color rosa, azul o verde de inspiración setentera pero lo suficientemente evolucionados como para no caer en el retro recurrente e insustancial. Algún que otro 'uniforme' confeccionado en verde militar con botonaduras y en lana negra. Todo muy contenido, sin detalles gratuitos.

Y detrás de toda esta sobria fachada está la receta de Ocariz: coser y jugar. Esconder el trabajo de patronaje, las costuras diagonales que redondean las formas, las superposiciones, la mezcla de tejidos, la cantidad de piezas que utiliza para fabricar una prenda y sacar a la pasarela modelos de estructura limpia. Nada de diversión facilona. Costura de verdad contra el aburrimiento.