Los Goya, el fútbol y otras zarandajas

Mi cadena favorita es Telecinco: trabajan a cara descubierta. La audiencia es su razón de ser, el dinero su meta. Y no disimula este espíritu depredador con las absurdas excusas esgrimidas por otros medios de comunicación: el entretenimiento, la información, la cultura. Ellos van a por la pasta, y para conseguirla todo vale. Incluso meterse en una guerra, la del fútbol, que no es la suya: Telecinco no dudó en intervenir en el conflicto alineándose del lado de Sogecable, emitiendo la noche del sábado el Betis-Deportivo, partido que teóricamente correspondía a La Sexta.

Alfredo Urdaci, en 'La noria'

¿Qué ganó Telecinco emitiendo ese partido de fútbol? Lo mismo que Sogecable: rociar con sal las heridas de La Sexta. ¿Qué ganan los telespectadores? Ver dos partidos de liga en abierto: La Sexta reaccionó y emitió el domingo, a las cinco de la tarde, el Zaragoza-Bilbao. Pero no se confíen, porque dentro de poco vendrán las vacas flacas. Y entonces pagaremos hasta por ver los resúmenes.

Sin salir de Telecinco… El sábado en 'La noria' hablaron de la telebasura. Lo mejor fue que no encontraban una definición exacta del término, cuando la tenían delante de sus morros. Concretamente en los morros de uno de los invitados del programa: Alfredo Urdaci. Telebasura es… cuando un jefe de informativos de una televisión pública dice «Ce Ce O O» en lugar de «Comisiones Obreras».

Y ya que hablamos de la televisión pública… Hay dos términos de uso habitual que no me gustan nada: "divertido" y "gamberro". Se utilizan habitualmente para definir situaciones o eventos en realidad "aburridos" y "mojigatos". La gala de los Goya (TVE1) iba a ser, según sus protagonistas, «divertida y gamberra». Y la verdad es que lo más divertido y gamberro fue poder ver al mismo tiempo, en la pantalla partida de 'España directo' cómo cocinaban una frite de cordero mientras las estrellas entraban a la gala.

Un inconsciente y prematuro homenaje de TVE1 a la polivisión de 'La Soledad', ganadora del Goya a la mejor película. Hubo momentos de singular belleza, como aquel en que el vestido rojo de Natalia Verbeke se fundía con el pimentón de la Vera cayendo en la cazuela. O ese otro en que un vertiginoso escote parecía sumergirse en el caldo repleto de patatas. Lo que es el glamour.

¿La gala de los Goya? Pues lo de siempre. El habitual pase de trajes freaks de Corbacho, los cuatro gags (alguno tan surrealista como la manifestación contra el Euribor, otros tan tristes como el homenaje al «landismo»), el espeso discurso de la presidenta de la Academia de Cine, las dedicatorias interminables y el falso directo (con media hora de retraso). Todo tan "divertido", "gamberro", largo y poco cinematográfico como de costumbre.