Comienza el carnaval

El Descodificador, en su incansable afán por mostrar al mundo la verdad de la televisión, no ha dudado en desplazarse hasta Venecia para realizar un exhaustivo trabajo de campo sobre la programación de este país pionero. Pero antes siquiera de pisar las húmedas calles de la ciudad de Marco Polo sintonizo TVE internacional con intenciones claramente masoquistas: ver a Zaplana en 'Los desayunos' de Pepa Bueno. Tres periodistas, cuatro con la presentadora, y ninguno fue capaz de hacerle la única pregunta que me interesaba: "¿Cómo puede tener un tío la cara tan dura como para presentarse a otras elecciones después de haber formado parte de la cúpula del PP durante los días posteriores al 11-M?". Nadie lo hizo. Y Zapalana y su sonrisa de Judas, el rictus más acartonado de la política española, se escaparon vivos.

(EFE)

Menos mal, llega el carnaval

Vomito el desayuno, pongo la tele italiana y confirmo que el mundo es terriblemente cruel: parece una copia de la televisión española. Seguramente será porque ellos son los maestros, los que pusieron los cimientos de la actual televisión que vemos en España. Todo comenzó, recuerden, en 1989, cuando el Gobierno de nuestro país liberalizó este medio de comunicación otorgando tres nuevas licencias. Una de ellas fue para Telecinco, que de la mano de Valerio Lazarov sembró las ondas con semillas enfermas: las 'mammachicho', VIP noche, Tutti Frutti... ¿Recuerdan a Jesús Gil en un 'jacuzzi' rodeado de bellas señoritas en traje de baño?

Si pones la Telecinco italiana te das cuenta de que, comparada con la Telecinco ibérica, sólo hay una diferencia: el idioma. Tienen un 'Chi vuol essere millonario', programas matinales horteras, presentador@s absolutamente merluzos, programas de tarde con sucesos trágicos y cotilleos... Y salpicándolo todo, como el gran confeti del carnaval que está a la vuelta de la esquina. ¿A que no adivinan qué? !'Grande fratello'! La versión espagueti de nuestro repugnante "Gran Hermano", con sus concursantes defectuosos, su ambiente insano, su casa de juguete, sus cámaras obscenas...

De todas las cosas que hay en Italia (no voy a hacerles una lista de maravillas) hemos importado la peor: esa forma de hacer televisión basada en el entretenimiento de bajo nivel, en la ausencia de talento, en la devoción por las audiencias y la falta de escrúpulos. Pero no todo son miserias. !Comienza el carnaval! Me voy a tomar unas 'grappas' y a ponerme una máscara de Zaplana: me voy a disfrazar de esperpento.