Mamíferos

Unas diminutas musarañas, que aparecen en registros fósiles del Triásico Superior, hace más de 200 millones de años, tienen el honor de ser considerados los primeros mamíferos que pisaron la tierra.

(EFE)

Mariano Rajoy fue entrevistado en el programa de Pepa Bueno, en TVE.

Pero no fue hasta después de la extinción de los dinosaurios, hace 65 millones de años, cuando logramos imponer nuestras reglas y dominar el planeta. Hoy somos entre 4.500 y 5.000 especies.

Los humanos pertenecemos al grupo de los mamíferos superiores, pese a la presencia en nuestras filas de ejemplares como Fraga o Julián Muñoz, y yo estoy dispuesto a defender esta realidad científica ante los ataques de cualquier grupo negacionista. Ni el primo de Rajoy me hará bajar del carro. Somos mamíferos, es decir, vertebrados de sangre caliente y respiración pulmonar que, nada más salir del útero materno, nos aferramos a la primera teta que se nos pone a tiro. Y debemos estar orgullosos de ello.

Series como 'Sin tetas no hay paraíso' (Telecinco) parecen reivindicar sin complejos la importancia histórica de la ubre, ese órgano glandular que segrega, en las hembras, la leche que alimenta a nuestros cachorros. Una realidad mamaria que ha ido mucho mas allá de la mera biología (unos 50 mililitros cada dos horas, en el primer mes de vida), hasta convertirse en religión. Es decir, que si tienes menos de una 34 estás muerta.

'Sin tetas no hay paraíso' es una serie en la que Telecinco ha puesto muchas esperanzas. Y con razón: es una adaptación cutre, muy en su línea editorial, de un libro aceptable. Desde el sensacionalista comienzo (una corbata colombiana) pasando por el ritmo de culebrón, esta versión ibérica de un drama colombiano se desmorona en 20 minutos. Incluso antes, si el telespectador ha leído el libro, sembrado de personajes auténticos y emociones fuertes. En la pantalla todos son tópicos. Y nada es creíble, ni los narcos, ni los polis, ni las putas, que follan con las bragas puestas.

No consuman sucedáneos revenidos (la serie de Telecinco). Y lean la versión original, el libro del escritor colombiano Gustavo Bolívar Moreno, editado en España hace un par de años con el mismo título que la serie por El tercer nombre. Es la crónica de la vida miserable de unas niñas, esclavas de la brutalidad física y moral de los "osados y soberbios" narcotraficantes de Medellín y Cali, apasionados consumidores de jovencitas con "la nariz respingada, el vientre plano, los ojos con lentes de colores, los pantalones con chispas brillantes, las blusas ajustadas y cortas, los relojes de Cartier, el bolso Louis Vuitton o Versace… y el pecho inflado". Toda una generación perdida de chicas deslumbradas por la posibilidad de escapar de las alcantarillas y alcanzar una vida de ensueño, un mundo sin salida en el que vales tanto como grandes sean tus pechos. Crudeza y melancolía.

Mamíferos (II)

Seguimos hablando de mamíferos. Pero me temo que en este caso de una especie no demasiado evolucionada. Mariano Rajoy estuvo ayer en esa televisión tan mala, y tan manipuladora, y que le trata tan mal, y en la que no quería hacer debates: TVE. Concretamente en los desayunos de Pepa Bueno. Pepa dio una nueva lección sobre cómo entrevistar a un político (cómoda, divertida, incisiva, segura, contundente), y Rajoy otra de cómo no debería expresarse un político (superficial, repetitivo, mediocre, aburrido, incapaz de improvisar).

Si no conociese a Zapatero, diría que Rajoy tiene aires de perdedor. Pero como conozco a Zapatero, diré que Rajoy es un serio aspirante a presidente del gobierno. En 'Los desayunos de TVE', a dos meses de las elecciones, el líder del PP basó su discurso en dos sorprendentes e innovadoras promesas electorales: bajar los impuestos y subir las pensiones. ¿Para decir esto hay que dedicarse profesionalmente a la política? Parece que si. Esto, y alguna estupidez más: "hay que impregnarse de las nuevas tecnologías" o "yo cuento lo que todo el mundo sabe son hechos objetivos". Y sin ruborizarse.

¿Algo que sonase a sincero, y no a burda propaganda electoralista? Cuando Pepa le preguntó por su amigo el bufón Sarkozy. "Yo soy más clásico, soy de Pontevedra", aseguró. No lo dijo, pero se le notó en la mirada, pícara, que él era un político decente, como Dios manda, y que en caso de liarse con una famosa lo haría con Lina Morgan.